Si bien, el título en español de la película estadounidense “En la oscuridad” no es del todo erróneo, como suele suceder con los lanzamientos para el mercado mexicano, si raya en lo genérico y, por lo mismo, es desafortunado, sobre todo por lo que podría ser una traducción más sugestiva del original —“Dark Light”–, dígase “Luz Oscura” por ejemplo.
Y es que es el uso a distintos niveles de esta última, ya sea como una fuente de energía para definir personajes, de uso directo en las acciones, o en forma de reflejos pálidos sobre escenarios que lucen combinaciones de matices ocre, para recrear atmósferas tan seductoras como inquietantes; se convierte en uno de los principales aciertos de una propuesta que además cuenta con un cuidadoso trabajo en la manufactura, lo que le permite que, a pesar de la penumbra de muchos de sus pasajes, no tenga que recurrir a las trampas visuales para confundir al espectador, a quien siempre le permiten distinguir lo que está sucediendo, lo cual no es muy común dentro del promedio de las propuestas de cine de este género.
Aquí seguimos los pasos de una mujer divorciada interpretada por Jessica Madsen —“Rambo: Last Blood” (2019)—, que se ve acosada por extraños sucesos en una solitaria granja, los cuales redundan en la desaparición de su hija, algo que nadie parece creerle. La trama, cuyo punto de partida no se distingue por su originalidad, en su primera mitad va y viene entre tiempos, armando un rompecabezas ofreciendo uno que otro sobresalto medianamente efectivo, nutriéndose con elementos sobrenaturales y teorías de conspiración —recurriendo al consabido investigador obsesionado—, y jugando con la idea de que quizás todo el asunto en realidad está en la mente de su protagonista.
A pesar de que los sustos que pretende dar, no llegan a tener la potencia necesaria; la intriga se mantiene a fondo y engancha sin problemas. Es hasta el momento que une todo en una sola línea argumental, que comienza a perder el paso al desarrollar algunos personajes secundarios con el afán de explicar así todo el asunto, pero alargándose demasiado en ello, restándole fuerza a la línea principal, para terminar en una conclusión un tanto convencional y previsible.
Aún así, el concepto presentado por el director Padraig Reynolds —“Open 24 Hours” (2018)— es bastante entretenido y el nivel de producción más que decoroso, además de que plantea un muy interesante universo que oscila entre el terror y la fantasía, con algunos tintes de ciencia ficción; que podría dar para mucho, pero mucho más.