Estrena este viernes

"El baile": Netflix se contagia de musical para la inclusión

La película de Netflix puede llegar a ser algo cursi y simple en su forma; es insufrible para quienes no gusten del musical; ofrece una reflexión con respecto a la tolerancia y la compresión, nivel comunidad y familiar

Fotograma de "El baile"
Fotograma de "El baile" Especial

Cuando pide que se le permita asistir al baile escolar en compañía de su pareja del mismo sexo, una adolescente es víctima de la intolerancia del pequeño poblado de Edgewater en Indiana. Es entonces que un puñado de actores veteranos de Broodway, venidos a la baja y con espíritu “altruista”, deciden entrar en acción yendo hasta el lugar para intentar salvar el día —al más puro estilo de Mr. T en su reality titulado “Pity the fool”—, con bailes y canciones.

La premisa de “El baile”, sacada de la obra de Chad Beguelin y Bob Martin, llevada a escena en el 2016 —con música de Matthew Sklar—, es tan ridícula como se lee, pero, al igual que en la fuente original, las razones por las que esto ocurre y el desenfado para contarlas hacen que funcione entre secuencias que, aunque rayan en lo genérico, adaptan a la perfección las convenciones del musical a la pantalla grande, conservando el esplendor del mismo gracias a una producción estilizada y de alto calibre.

Del mismo modo el grado de autoparodia que luce el grupo de “rescatadores” también les permite sustentarse entregando momentos que, si bien son poco ingeniosos, predecibles y no aprovechan del todo la participación de actores de la talla de Nicole Kidman y Meryl Streep, sí logran ser divertidos al evidenciar los vicios en los que suelen caer aquellos que se regodean con el estatus de celebridades y sumergirles en escenarios ajenos a su contexto.

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Por otro lado, hay que mencionar el afán que tiene el director Ryan Murphy —recordado por crear exitosos conceptos televisivos como “Glee”— de usar los clichés para hablar de los mismos y transgredirlos, lo cual, por desgracia, se queda a medio camino debido a la excesiva ligereza que se mantiene en el tono.

En contraste, la reflexión con respecto a la tolerancia y la compresión, tanto a nivel comunidad como hacia el núcleo de la familia, se convierte en lo más importante y efectivo de la película, a veces permitiéndose ir más a fondo con la crítica de algunas de las canciones, como aquella en donde Andrew Rannells tiene el protagonismo, la cual con toda la naturalidad cuestiona las incongruencias de las interpretaciones de las palabras de la biblia que suelen redundar en los prejuicios.

Así pues, aunque a veces “The Prom” o “El Baile” —por su título en español—, puede llegar a ser algo cursi y simple en su forma, además de excesiva en lo que se refiere a su naturaleza musical y su duración, lo cual la hará insufrible para quienes no gustan del género; es simpática en su desarrollo, clara en su discurso de inclusión y valiosa por su mensaje positivo.

Se estrena directo a la plataforma de Netflix, muy acorde con las necesidades del actual contexto social, así como con el acostumbrado espíritu de la época navideña.

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