Si bien el documental se ha consolidado como el género por excelencia de la cinematográfica mexicana, manteniéndola viva y en el más alto nivel hasta en los momentos más álgidos del abandono, también ha cumplido y con creces a la hora de reivindicar episodios y figuras de la cultura e historia de nuestro país, creando testimonios que dan fe de los hechos y al mismo alimentan la imaginería popular.
Entre los ejemplos mejor logrados podemos mencionar acercamientos a personajes tan peculiares como Enrique Metinides —precursor de la nota roja— en “El hombre que vio demasiado”, o la recién fallecida Coral Bonelli —otrora actor infantil que al crecer se asumió transgénero— en “Quebranto”, y, por supuesto, “El secreto del Doctor Grinberg”.
De inicio una cita y una seductora secuencia que compara la profundidad del universo con la expansión de la conciencia, mostrándolos como dos campos de enormes posibilidades apenas exploradas, son el vehículo para proyectar la personalidad y el significado de las acciones del mexicano Jacobo Grinberg, neurofisiólogo y profesor de la UNAM que buscaba explicar la percepción extrasensorial, y lo mismo se movía en las más altas esferas científicas, que daba charlas en instituciones de otros países y se entrevistaba con chamanes.
Pero esta visión metafórica que intriga y logra convertir en un cómplice inmediato al espectador a la hora de comenzar a desmenuzar al protagonista, entre las declaraciones de sus familiares, periodistas, colegas y especialistas en el tema, para luego dimensionarle a través de su relación con las instituciones y con personajes igual de llamativos y emblemáticos como Carlos Castaneda —“Las enseñanzas de Don Juan”—, la curandera conocida como “Pachita” y la hermana del entonces presidente Lopez Portillo; no es el único ni el principal acierto.
Por encima de ello está el que su misteriosa desaparición, que ha provocado múltiples especulaciones relacionadas con teorías de conspiración, se mantiene como el eje central del relato plagado de notas de los diarios y demás material de archivo, para dar pie a la presencia del veterano comandante a cargo de la investigación, quien a pesar de no estar interesado en los objetivos que perseguía la presunta víctima, sí busca hacer su trabajo —incluso después de que fuera cesado por Ernesto Zedillo— rayando en lo obsesivo, adquiriendo así de forma natural los matices propios de los protagonistas del cine negro que conveniente aquí se reflejan con secuencias sumergidas en las penumbras.
Esa es la pieza que apuntala el tono de lo que bordeando lo periodístico, pese a perder un poco el paso en algunos pasajes que caen en lo repetitivo, se convierte en un thriller inmersivo.
Sin duda “El Secreto del Doctor Grinberg”, ópera prima de Ida Cuellar, es otro buen ejemplo de los alcances que adquiere el documental cuando sin reticencias se nutre con otros géneros, aprovechando en este caso el tema para bordear ese punto de encuentro entre la ciencia y el arte, que consiste en la búsqueda de un mayor conocimiento del hombre, sin abandonar nunca una clara vocación por el entretenimiento.
La película presentó en el Festival de Málaga y el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, y ahora está disponible en la selección de Mórbido, dentro de la plataforma de Cinépolis Klic.