Estreno de Netflix

“Cielo de medianoche”: George Clooney retrata la soledad ante el universo

George Clooney entrega entregar una pieza de ciencia ficción sofisticada y seductora; sigue los pasos del científico Augustine Lofthouse que intenta alertar de una catástrofe

El actor George Clooney, en un fotograma de “Cielo de medianoche”, cinta que también dirige.
El actor George Clooney, en un fotograma de “Cielo de medianoche”, cinta que también dirige. Especial

George Clooney se pone frente y detrás de las cámaras y “Good morning, midnight” (“Cielo de medianoche"), novela original de Lily Brooks publicada en el 2016, para entregar una pieza de ciencia ficción sofisticada y seductora.

Apuntando levemente al concepto de las naves generacionales, pero metiéndose de lleno en la reflexión intrínseca postapocalíptica que le acompaña, sigue la línea más tradicional del género, sustentando la parafernalia sobre un discurso existencial, en una especie de contraparte de aquella miniserie en cómic titulada "Doomsday.1", que entregara John Byrne en 2013, a cerca de un transbordador, que desde el espacio atestiguaba el fin del mundo; pero en este caso sustituyendo la intensidad por una envolvente parsimonia.

Es así que seguimos los pasos del científico Augustine Lofthouse, único residente de un observatorio del Ártico, que intenta avisarle a las naves que partieran en busca de un nuevo hogar en las estrellas, de la catástrofe que les espera a su regreso en la tierra. Un hombre moribundo en un planeta que se extingue, un vehículo interestelar cuya tripulación incluye a una chica embarazada, son dos metáforas evidentes, pero no por ello menos sugestivas, entre las que va y viene el relato para hablar tanto de la soledad ante el universo, como al interior del ser humano, así como de las formas de lidiar con ella, que si bien por un lado sólo la acentúan, por el otro también sirven para sanar y sostenerse.

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Las miradas lacónicas a través de los ventanales, en contraste con aquellas a campo abierto, ya sea de parajes desoladores o del espacio profundo, son lo que definen ambos trayectos, que pese a ciertos sobresaltos, aluden a la inquietud de la belleza para exponer al hombre que a pesar de todos sus esfuerzos por rodearse de artefactos que le permitan controlar su entorno, permanece indefenso ante la vastedad del espacio.

Canciones como “Sweet Caroline”, aquí cobran otro sentido cuando sirven como himno agridulce a la inmolación o como lúdico preludio a la tragedia, en una reflexión fílmica que pese a que se extiende un poco de más con algunos de los pasajes al interior de la nave y se convencionaliza un tanto durante la odisea en la Tierra, además de que el giro final se intuye demasiado rápido; nunca pierde el ritmo, pues no se concentra en el punto de llegada, sino en develar lo evocador las situaciones con charlas sin desperdicio, e impulsar las implicaciones del trayecto.

Cabe destacar que Clooney sale avante como actor y director, apostando en ambos casos por la sutileza, lo que le permite delinear un personaje no precisamente carismático, pero cuya naturaleza que nos recuerda al Hari Sheldon de “La Fundación” —saga escrita por el célebre Isaac Asimov—, que le lleva a aceptar con toda conciencia su sacrificio, a cambio de un bien mayor que se sobrepone al universo mismo; se dimensiona con sobriedad para enganchar irremediablemente al espectador. “Cielo de media noche” ya está disponible en Netflix, y aunque su extensión le juega en contra, es ideal para quienes buscan algo más que entretenimiento y gustan de las propuestas que se cuecen a fuego lento.

AG

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