La fórmula por la que en "Aquellos que desean mi muerte” apuestan no sólo es más que conocida, sino que fue explotada hasta el cansancio durante las últimas dos décadas del siglo pasado, encontrando en Sylvester Stallone a uno de sus más grandes exponentes a través de películas como Riesgo total (1993) y Luz de Día (1996). Y la película con la que Angelina Jolie regresa a la actuación.
Esta última fue perpetrada por Rob Cohen, cuyo perfil de artesano fílmico también ha quedado patente al ser el iniciador de las sagas "XXX" (2002) y "Rápido y Furioso" (2001), siendo un claro indicador de que en este tipo de producciones lo que menos se busca es correr riesgos más allá de los incluidos en la ficción. Sin embargo, en "Aquellos que desean mi muerte" hay pequeñas variantes a destacar.
De entrada, el protagonista, quien como de costumbre está atormentado por una tragedia de la que se siente responsable, en este caso una bombero forestal que en medio de una situación límite, se encontrará con un niño perseguido por mafiosos, estableciendo un vínculo que terminará por presentarle la oportunidad de redención; es interpretado por una mujer, dígase Angelina Jolie.
Tal variante no representa un detalle menor, pues aunque de inicio para establecer el estado emocional afectado de la chica, recurre a la consabida secuencia en donde deja en claro el poco aprecio que ella ya tiene por su integridad física (como lo consolidara Mel Gibson en "Arma Mortal" y secuelas); a partir de ahí deja de lado la intención de mostrarle como alguien capaz de proezas casi sobrehumanas, matizando sus reacciones, para que se convierta en una mustia puesta al día del estereotipo de héroe de acción.
Lo mismo sucede con el espectáculo que nunca se desborda, y con el resto de los personajes, entre ellos una mujer embarazada que no se ciñe a ser otra simple víctima, un policía que tampoco toma el rol de “macho todas las puedo”, además de unos asesinos que tienen que lidiar (como cualquier otro trabajador) con recortes de presupuesto y los mecanismos de la “empresa”.
Es una lástima que la propia falta de ambición por parte del director Taylor Sheridan ("Muerte misteriosa" (2017)) , no le permita adentrarse en los parajes de la transgresión del concepto para explotar las posibilidades del drama de fondo, y por ello todo se quede en pequeños apuntes dentro de un vehículo de entretenimiento predecible, pero que aún así, hay que decirlo, es consistente en su desarrollo y funcional al fin, amén de que cuenta con un cuidadoso y a veces hasta fascinante acabado visual.
“Aquellos que desean mi muerte” se estrena en los cines de México.