Los procesos para enfrentar los cambios a los que empuja el entorno social, asimilar las relaciones familiares fragmentadas y asumirse como alguien roto pueden desarrollarse de múltiples e inesperadas formas y en los más increíbles escenarios. Eso es algo que Nicolas Bedos —“Monsieur & Madame Adelman” (2016)— no solo entiende, sino que sabe aprovechar, para desarrollar a partir de ello "La Belle Epoque".
Se trata de una comedia romántica agridulce que va más allá de ser un convencional vehículo de entretenimiento o una encantadora parábola.
Al rededor de los andares de un sexagenario dibujante que se mantiene reacio a acercarse a las nuevas tecnologías —interpretado con una naturalidad irresistible por Daniel Auteuil—, y la existencia de una empresa que ofrece reproducir la época en específico que sus clientes elijan, para que por unos días puedan sumergirse en ella, “La Belle Epoque” plantea un punto de encuentro entre el presente y el pasado de los 70, donde la ficción desnuda la realidad, pero además conforme avanza el relato, da pie para que una invada a la otra.
Es así que el artificio va consumiendo a los sentimientos, y ante la confusión de los signos, la conciencia enfrenta la disyuntiva de elegir entre de la melancólica negación del engaño asumido, o reconocer la naturaleza de los mismos y sus verdaderas circunstancias.
Es además una deliciosa ironía que para montar este juego que alude a la ensoñación del cine dentro del cine y al espíritu de los parques de diversiones, el director recurra al lenguaje teatral y a las herramientas televisivas, reivindicando la efectividad orgánica de estos medios a la hora de impactar en lo profundo de las personas, mientras al rededor se habla de los alcances virtuales, evidenciados más como una vía de escape.
Por otro lado, el director no omite hacer a través de algunos personajes y sus pequeños chistes, apuntes a la naturaleza vouyer del ejercicio y al placer que ofrece la autoexposición.
Pero quizás, el principal acierto está en ligereza del humor que se vuelve cáustico para ir y venir entre la verdad de lo simulado y viceversa, y es precisamente lo que le permite acompañar lo elaborado del andamiaje y las interesantes implicaciones de “La Belle Epoque”, con una simpleza sumamente disfrutable, divertida y conmovedora.
Luego de formar parte del Tour de Cine Francés de la Cineteca, llega al circuito Sala de Arte de Cinépolis.