Entre la serie de recientes adaptaciones live-action que la casa Disney ha tenido a bien desarrollar sobre sus clásicos, de las cuales quizás sólo se rescatan un par de ellas, dígase El Libro de la Selva (2016) por ejemplo; “Cruella” da un paso al frente y un golpe de autoridad en cuanto al enfoque y el tratamiento se refiere.
Con cierto grado de desfachatez, la película dirigida por Craig Gillespie, que llega este 27 de mayo a las salas de cine de México y a Disney+, no sólo evita caer en los estériles artificios de “Aladdin” (2019) o apostar por el efectismo digital para ponerlo al servicio de una simple ilustración como en “El Rey Leon” (2019), sino que propone sobre el personaje, sin traicionarlo como sucediera con “Maléfica” (2014) y su secuela.
Y es que a pesar de que si suaviza su oscura y ya conocida relación con los perros —principalmente los dálmatas-—, para no llegar a convertirse en la versión ligera de una apología del crimen —impensable para la casa del Ratón—, mantiene los rasgos retorcidos que le definen, aún en ciernes claro está, por qué este pasaje trata sobre su infancia y juventud, pero siempre están al borde de alcanzar los niveles patológicos de su etapa más adulta.
Algo que además deja abierta la puerta para conectarle con la ya conocida historia de “101 Dálmatas”, en donde podrían desatar su lado más retorcido, reivindicándole por completo como la gran villana que siempre ha sido, cediéndole el protagonismo correspondiente a dichos caminos y sus dueños. Pero bueno, sabemos que es algo que difícilmente llegaremos a ver.
Hay también un enriquecimiento y puesta al día del universo al que pertenece, para lo que aluden a la espectacularidad del mundo de la moda explotando en el Londres de los años 70, planteando la batalla entre una diseñadora todopoderosa y una joven transgresora, dentro de una trama familiar truculenta, que sustenta el perfil sicológico de la protagonista, otorgándole de paso, sentido a la inverosímil naturaleza de su nombre, a través de una pequeña e irónica ocurrencia . También se agradece que partiendo de lo que en realidad era una sociedad, le otorguen algunos matices a quienes habrán de convertirse en sus eternos esbirros.
Por otro lado, no se puede dejar de destacar los atrevimientos que se permite Emma Stone, que se muestra minuciosa a la hora de proyectar una especie de glamour retorcido y hasta sucio, para hacer suya a Cruella de Vil.
Del mismo hay que señalar que en la selección musical hay un abuso de los hits y el uso de los mismos, lo que debilita el desarrollo al hacer demasiado consciente para el espectador el sentido manipulador.
Pero quizás el punto más débil es lo poco que sustentan la serie de maquinaciones de la protagonista, así como la facilidad de su ejecución, y la falta de consecuencias dentro de su propio planteamiento, estirando de más las convenciones. Sin embargo, es una licencia que bien puede permitírselo ante sus más que disfrutables aciertos. Cruella llega de manera simultánea a los cines y a su plataforma digital.