La fascinación que en “Cosas que no hacemos” empuja al director mexicano Bruno Santamaría Razo —“Margarita” (2016)— a elaborar un retrato cadencioso y reflexivo sin miedo a involucrarse y hacerlo patente, de un pequeño poblado de la costa del pacífico entre Nayarit y Sinaloa, teniendo como eje la vida de un adolescente que mantiene en secreto su gusto por vestirse de mujer; da pie a un atrevimiento que resulta irresistible.
Con sutileza, pero sin condescendencia, va acomodando las piezas de los pasajes capturados, teniendo de fondo los anuncios que da el sonido comunitario y que por momentos se convierte en un mustio narrador.
Aprovecha los hallazgos en la convivencia, esos que develan una profunda humanidad y que parecieran estarle buscando y salirle al paso, para dar forma a un micro universo de niños que aún corren y juegan en las calles de tierra y en las explanadas sin supervisión adulta, de madres atareadas y hombres que tienen que viajar algunas horas para llegar a trabajar, de graduaciones escolares y fiestas, sin descontar las intervenciones propagandistas de los políticos y los exabruptos de violencia.
Un escenario de belleza cotidiana donde la naturalidad con la que todo parece transitar, es lo que abruma al joven en cuestión —Dayanara de Dios Cisneros—, quien se debate entre revelar a sus padres lo que representa su mayor deseo y quizás romper así con lo que sin ser el paraíso, funciona a la perfección, o mantenerse siendo solo una parte de sí mismo.
La línea principal es clara pero no apabulla el relato, se desarrolla manteniendo el sentido dramático a través de breves momentos de silencio, añoranza e incertidumbre, permitiendo que las sensaciones del entorno reclamen su propio protagonismo.
No se puede negar que al llegar el momento de la conclusión y enfrentar la disyuntiva, la presencia de la cámara termina condicionando las reacciones, pero eso no aminora la carga emocional y las implicaciones de un testimonio bello y agridulce, sobre el proceso de crecer y arriesgarse a modificar de manera irremediable una realidad, para ser fiel con sus propios sueños.
“Cosas que no hacemos” llega a los cines después de ser proyectada en eventos fílmicos como BAFICI, donde se llevó el Gran Premio dentro de la competencia americana, y el Festival internacional de Chicago, que le reconoció con el Gold Hugo al Mejor Documental.