Esta vez “El Escuadrón Suicida” no cae en reiteraciones o afloja el paso intentando tomarse demasiado en serio, y mucho menos recurre a la sexualización de Harley Quinn, protagonista, como sucediera en la primera entrega de la franquicia.
De la mano de James Gunn, un experto en potenciar a personajes prácticamente desconocidos más allá del mundo de las viñetas —díganse la estupenda “Guardianes de la Galaxia” (2014)—, “El Escuadrón Suicida” encuentra su primer gran momento para la pantalla grande.
Y no es que haya novedades en la estructura, desde el extravagante reclutamiento y presentación del equipo de convictos, pasando por ejemplificar de manera salvaje lo que puede pasarle a quien intente escapar y establecer sin rodeos la correspondiente misión, hasta llegar al inevitable giro con respecto a la misma; los lineamientos que definen el concepto original están aquí.
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La gran diferencia es que, con toda la alevosía y mala leche del mundo, estos son llevados al extremo dentro de un absurdo que retoma pasajes muy específicos de los cómics y las series animadas, nutriéndose con fuertes dosis de cultura pop entre lo escatológico y lo sangriento, apuntando al horror físico y la ciencia ficción con aire a serie b, pero manteniendo los objetivos dentro del caos y la evolución de los personajes que incluso van encontrando algunos matices en el camino.
Bloodsport, un asesino a sueldo que a regañadientes y de manera fortuita termina reinventando la relación con su hija; Ratcacher, una joven que controla a los roedores y se convierte en el vehículo para exponer el sentimiento de otredad en medio de lo que de por si es insólito y así reivindicar la empatía; King Shark, una bestia humana que pese a su voracidad descubre lo que significa la amistad; son sólo parte del catálogo de lo que se convierte en una esperpéntica visión de los supervillanos y por ende del superhéroes.
Por si fuera poco, la más beneficiada en este caso es Harley Quinn, de quien a través de coloridas escenas de acción nos ofrecen un vistazo a su muy peculiar y retorcida forma de interpretar al mundo, y con un encuentro romántico de por medio le ofrecen la verdadera emancipación.
Es una lástima que, al plantear el escenario sudamericano y los antagonistas, la propuesta recurra al estereotipo, y que algunas reacciones de los que en este caso toman el rol de villanos caigan en las obviedades.
Sin embargo, esto es sólo parte de las consecuencias de jugar a los excesos, y pasan a segundo término ante el enfoque del desarrollo y la brutalidad del humor negro que le da identidad a esta aventura delirante, la cual se agradece que no sea demasiado dependiente de Batman y del universo al que pertenece.
“El Escuadrón Suicida” debe ser considerada entre las películas mejor logradas de DC cómics en los últimos años. Además, ya se estrenó en cines.