En la serie “El camino de la noche” continúa la travesía de los otrora pasajeros de un avión belga, quienes para sobrevivir a un fenómeno solar que ha aniquilado a la mayor parte de la humanidad; se ven obligados a escapar de la luz del día. Ahora se encuentran refugiados en un búnker, junto con diplomáticos y algunas fuerzas de los OTAN, sin embargo, contrario a lo que pareciera, esto no hace las cosas más sencillas.
La escasez de alimento, la condicionante del tiempo del que disponen para conseguirlo, e inesperadas agresiones recibidas a distancia por parte de otros grupos de identidad desconocida; llevan al límite la convivencia de por si obligada.
Tal y como sucediera con la primera parte de "El camino de la noche", producción basada en la novela The Old Axolotln de Jacek Dukaj, aquí vuelven a apostar por el estilo de las viejas producciones de serie b, en donde la explicación de los hechos que provocan el desastre no es lo importante, sino lo que esto provoca.
Por encima de la reflexión o profundidad que pudieran tener los diálogos -aunque no está exenta de algunos apuntes de crítica social-, la prioridad está en la efectividad de las conversaciones que surgen del choque de personalidades, credos, códigos y jerarquías militares, con las necesidades en común. Esto redunda en acciones directas, que, así como mantienen un estado constante de zozobra, van empujando la trama que se reserva pequeños giros hacia el final de cada episodio, lo cual aunado a la corta duración de los mismos -casi todos de 37 minutos-, mantiene enganchado al espectador hasta alcanzar la vuelta de tuerca que habrá de dejar la puerta abierta para la tercera temporada.
Esta vez la amenaza global que representa cada amanecer no se percibe con tanta fuerza, y ese es el principal punto débil de la propuesta, sin embargo lo compensan con la sensación de claustrofobia que provoca el nuevo escenario.
De igual forma las muertes ya no resultan tan sorpresivas, pero adquieren un mayor dramatismo gracias a que, al ya no tener la necesidad de presentar a los protagonistas, se abocan a desarrollar los vínculos entre los mismos, fortaleciendo sus motivaciones vía los intros de cada una de las entregas, que están enfocados en los antecedentes de la trama.
Todo mientras van delineando antagonistas que aunque se estacionan en los clichés del villano, lo hacen con toda conciencia y evitando innecesarios aspavientos, encontrando así la solidez para transitar por los lugares comunes, y cumplir con su función de contraste.
Así pues, presentada por Netflix, "El camino de la noche" está de regreso con su segunda temporada, y sin engañar a nadie se deja llevar con convicción por los caminos propios del entretenimiento puro, haciendo con cada situación un acumulado de complicaciones que, así como por momentos bordea en el absurdo, también genera esa disfrutable necesidad de querer saber lo que va a pasar después, volviéndose casi adictiva, ideal para maratonear.
KR
