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Dune, la promesa de una saga de tintes épicos

Te decimos qué esperar del estreno de la película de Dune; ¿merece convertirse en la nueva gran saga cinematográfica?

Ya se estrenó la película de Dune Foto: Especial

El afán del director por la recreación de los escenarios abiertos, incluso yendo por encima de las secuencias y los diálogos en interiores, que de inicio podría parecer un efectismo, se convierte en un minucioso ejercicio de síntesis que no solo le da identidad propia a la adaptación fílmica de Dune, sino que evita arruinar la experiencia de la posterior lectura de la obra original por parte de aquellos que no la conocen, y de paso enriquece la de quienes ya la han leído previamente.

Es a través de esta grandilocuencia visual que va de la inquietud del esplendor natural, a la belleza de la sordidez, que logra mantener la atención del espectador durante la lentitud del ritmo inicial, pues se toma todo el tiempo del mundo para plantear las bases de una trama truculenta que transita entre los intereses políticos y los cuestionamientos religiosos; hasta que llega la primera Epifanía del protagonista en pleno camino del héroe, que es cuando la narración comienza a tomar fuerza hasta alcanzar el llamado de la aventura.

Se trata de Paul Atreides, hijo del Duque Leto, cuya familia ha gobernado Caladan durante mucho tiempo, un lugar basto en recursos naturales. Sin embargo ahora, por órdenes del Emperador, deben ponerse al frente de Arrakis, un planeta desierto en donde se produce una sustancia vital para la galaxia. Pero el gran problema, es que antes el lugar era gobernado por los Harkonnen, sus encarnizados enemigos, quienes por supuesto buscarán retomar el poder.

En cuanto a los otros personajes, es la contención en su desempeño lo que les da consistencia, y aunque se adelanta la presentación de algunos de ellos para buscar la empatía que acentúe los momentos más dramáticos como dicta la fórmula, evitan los lugares comunes y el mecanismo funciona. Lo mismo que el optar por guardarse una de las intrigas principales y que en la versión escrita se revela casi de inmediato, para convertirla en la vuelta de tuerca previa al momento más álgido.

Claro que lo que destaca es la parsimonia en el desarrollo y la sobriedad del tratamiento, es lo que permite proyectar en plenitud la mezcla de lo tribal con lo tecnológico, uno de los rasgos del universo creado por el escritor norteamericano Frank Herbert, encontrando así la profundidad de una épica espacial fiel representante de la mezcla de géneros a la que pertenece, denominada cómo fantaciencia.

Es cierto qué hay cambios con respecto a la novela, pero estos van en favor de aprovechar las posibilidades cinematográficas y las necesidades de las mismas, compensando la complejidad de los planteamientos de la misma con lo sugestivo del pasaje, apuntalado por frases clave que aluden a los temas que trata, tales como la naturaleza del líder, los matices del miedo o las escabrosas consecuencias de los mitos y los prejuicios; dejando en claro que en este caso no se busca solo ilustrar.

Así pues, Dune del canadiense Denis Villeneuve -Arrival (2016), Blade Runner 2049 (2017)-, es una adaptación digna, un sólido y seductor inicio de lo que bien merece convertirse en la nueva gran saga cinematográfica.

KR

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