En “Annette”, la naturaleza del montaje teatral es llevada al extremo a través de las herramientas cinematográficas, con convenciones como el pasar de abrir un telón para dejar ver escenarios reales, creando así una ficción que evidencia y supera su propio artificio proyectando emociones encontradas.
Con cada transición entre lo íntimo y lo espectacular, armonizadas por las ensoñaciones sonoras de Sparks siempre salpicadas de glam y new wave, “Annette” se eleva y alcanza la grandilocuencia de la ópera asumiendo incluso su lado arrogante, para luego aterrizar en el dinamismo del musical más simple.
Teniendo como protagonistas a un actor y una cantante sumergidos en un romance que va del idilio a la pesadilla en medio de la voracidad mediática, acompañados de personajes que juegan a ser público y partícipes, el director francés Leos Carax encuentra el lirismo que le permite elaborar una oscura declaración con respecto a la fama, esa entidad que, entre reflectores, seduce a la persona hasta dejarle sometida al estatus de producto.
Todo dentro de una tragedia truculenta y tortuosa, marcada por la culpa y la mezquindad, que incomoda y deslumbra, dejando al descubierto las entrañas de la relación de amor odio que se establece entre el público y las celebridades, apasionada y voluble.
Claro que estos atrevimientos tienen su costo y la película con sus más de dos horas de duración no supera del todo las trampas del género, la tensión del relato pierde el paso en diversos momentos, entre el regodeo de sus alcances.
Esto a pesar de la irresistible naturalidad propia de la interpretación de Marion Cotillard —“Metal y Hueso” (2012), “Macbeth” (2015)—, aunada al cúmulo de contrastes con los que explota Adam Driver —“Los Muertos no Mueren” (2019), “El Último Duelo” (2021)—, luciendo procesos emocionales orgánicos y enfocados bajo la piel de un comediante que se convierte en un fiel reflejo de las masculinidad retorcida y tóxica.
Así pues, aunque “Annette” no es una de las propuestas más consistentes del otrora responsable de obras como “Los Amantes del Puente Nuevo” (1991) y “Holy Motors” (2012), sí es de las más arriesgadas y sugestivas, pletórica en lo visual y con un discurso claro y provocador, suficiente para ponerse por encima del promedio de la actual oferta cinematográfica.
Fue estrenada en la pasada edición de Cannes y tuvo su primera proyección en nuestro país durante el Festival Internacional de Cine de Morelia. Ahora, se estrenó en cines del país.
rc