Sidney Poitier, el actor pionero que no sólo se convirtió en una de las primeras estrellas afroamericanas de Hollywood ganadoras del Oscar, sino que también, a través de sus papeles transgresores, ejerció el activismo político en contra del racismo y la segregación, falleció la noche del pasado jueves a los 94 años.
Con su fallecimiento concluye una historia de lucha respecto a la equidad social y racial, pues el histrión se atrevió a salirse de los estereotipos con los que la industria marginalizaba a los actores de color y triunfó a través de personajes que no sólo rompieron tabúes, sino que abanderaron las causas sociales y reflejaron los cambios en Estados Unidos en las décadas de los 50 y 60.
En entrevista con La Razón, el crítico cinematográfico Gerardo Gil detalló que Sidney Poitier fue un pionero cuyas causas tuvieron resultados concretos, además de que su activismo siempre lo manifestó en su trabajo.
“Poitier no utilizó los reflectores para su beneficio, sino que realmente él sí tenía una causa y en eso había cierta discreción de su parte, pues su obra era la que hablaba de sus visiones políticas; no era el hombre que daba grandes declaraciones, sino que sus ideales siempre estuvieron presentes. Él nunca necesitó hacer alarde, gritar o hacer escándalo, como muchos actores de ahora, pues lo que pasmaba en su actuación era más que suficiente”, explicó.
A los jóvenes cineastas afroestadounidenses que han llegado a la cancha, estoy lleno de orgullo porque estén aquí. Estoy seguro que como yo han descubierto que nunca fue imposible, simplemente un poco más difícil”Sidney Poitier, Actor
Sidney Poitier inició su carrera a finales de los 40 y su primera película fue Sepia Cinderella, de 1947. “Comenzó en una época muy dura, era un país muy dividido no sólo por la segregación sino también por la parte política, la persecución del macartismo y eso le da otra bandera a Pointier, la de disidencia”, añadió Gil.
Los papeles que interpretó y con los que se inmortalizó en el celuloide fueron transgresores: encarnó a un convicto prófugo que se hace amigo de un prisionero blanco racista en Fugitivos; a un oficinista galán que se enamora de una chica blanca ciega en Cuando sólo el corazón ve; y a un trabajador que le construye una iglesia a unas monjas en la magistral Los lirios del valle, cinta por la cual ganó el Oscar a Mejor Actor, entre otros premios.
“Todos sus personajes tienen que ver con el espíritu de lucha social y la igualdad de las causas de la época. Él en sus papeles nunca olvidó quién era, siempre fue un actor negro, a diferencia de alguien como Will Smith, que es más representante del espíritu blanco estadounidense. Los papeles de este último los puede hacer cualquier blanco, los de Pointier no”, apuntó Gerardo Gil.
Pese a su estrellato, Poitier no dejó de ser víctima del racismo, pues le fue complicado encontrar vivienda en Los Ángeles y fue seguido por el Ku Klux Klan cuando visitó Mississippi en 1964, poco después de que activistas por los derechos civiles fueran ejecutados ahí. No obstante, eso no le impidió dar voz a las luchas sociales y al cambio a través de su trabajo.
“Poitier tuvo el valor de darse cuenta del contexto en el que vivía y no ser comodino de que ya estaba en Hollywood. Él se enfrentó a una industria de estereotipos, arquetipos y de una belleza física muy cuadrada, pues llegó a ser considerado galán junto a rubios como James Dean y Marlon Brando”, abundó el especialista.
Es por ello que con su muerte, Sidney Poitier no solo lega al mundo una extensa filmografía de cerca de 50 películas, sino que deja los cimientos de usar la cultura popular y el entretenimiento, como conducto para concientizar, transgredir y generar cambio.
“Hay un antes y un después de él, desde la perspectiva de la sensibilidad y es la cultura del entretenimiento que logra meterse en temas de mayor importancia. Él logró concientizar sobre el racismo y la desigualdad y poner los temas en la agenda pública, y su lucha la mantienen viva figuras como Whoopi Goldberg y Danny Glover, por ejemplo”, concluyó Gerardo Gil.
- El dato: En 2009, Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad a Sidney Poitier durante una ceremonia en la Casa Blanca en Washington. Sobre el actor, el político señaló que “no sólo entretuvo, sino que iluminó... revelando el poder de la pantalla para unirnos”.