La frescura de la mirada y la honestidad que le imprime la debutante Rosalind Ross a "El milagro del Padre Stu", comulgan a la perfección con la candidez que se esconde tras la inicial fachada hosca del personaje principal interpretado con solidez por Mark Wahlberg —"Los Infiltrados" (2006), "Transformers: La era de la extinción" (2014)—, que se asoma en cada diálogo hilvanado con sensibilidad y pulso firme.
Es gracias a eso que a pesar de evitar los riesgos y no aprovechar para profundizar en las implicaciones y complejidades tanto a nivel personal como de instituciones religiosas que ofrece la trama, sí dimensiona con claridad y sin pretensiones cuestionamientos cotidianos con respecto a la fe, arrojando certeros apuntes que invitan a la reflexión amable y digerible, tal y como se presenta la película misma.
La manufactura que apuesta más por la ilustración ligera y simpática, sabe hacer efectivos dentro de la estructura narrativa de fórmula, los pasajes más conmovedores propios de esta cautivadora historia real sobre un joven exboxeador, que por razones un tanto frívolas se adentra en el camino de la fe hasta decidir convertirse en sacerdote.
Es cierto que los momentos más intensos se quedan cortos, pero el desarrollo no pierde el paso gracias a objetivos bien definidos, logrando sortear los excesos melodramáticos, y hasta encontrando cierta convicción del lenguaje propio de una cámara intimista para las charlas donde se exponen las pequeñas epifanías.
Dentro del reparto es un gusto encontrarse con Malcolm McDowell —"Naranja Mecánica" (1972), "El Escándalo" (2019)—, aportando su clase hasta en estas participaciones secundarías; lo mismo que a Jacki Weaver —"Bird Box" (2018)—, quien con todo el oficio del mundo estiliza una profunda humanidad; así como un Mel Gibson —"Corazón Valiente" (1995), "The Beaver" (2011)—, comprometido y aún en una especie de rehabilitación tras caer del candelero hollywodense, de hecho las ironías del intercambio de frases que constantemente sostiene con el protagonista, son de lo más incisivas e interesantes.
Es una lástima que todos parezcan un tanto desperdiciados al quedar por completo en el telón de fondo. Por su parte la mexicana Tereza Ruiz —"Mariachi Gringo" (2012), "Cantinflas" (2014)— con un papel un tanto a modo, se muestra discreta y eficaz.
Así pues, estamos ante lo que pese a sus buenas intenciones, apenas es un digno traslado de la figura de Stuart Long, pero que al menos cumple como vehículo inspiracional y de entretenimiento, pero sobre todo como invitación a conocer mucho más sobre él.
rc
