Estreno en cines

Todo en todas partes al mismo tiempo: ¿Por qué ver la película de multiversos y artes marciales?

La película "Todo en todas partes al mismo tiempo" muestra una trama con humor y existencialismo; éstas son todas las razones por las que debes verla

Todo en todas partes al mismo tiempo: ¿Por qué ver la película de multiversos y artes marciales?
Todo en todas partes al mismo tiempo: ¿Por qué ver la película de multiversos y artes marciales?

Aunque para el público en general pareciera que, con sus películas, Marvel pretende apropiarse del concepto de los multiversos, esto en realidad sólo obedece a la evolución que ha tenido la figura del superhéroe en terreno de los cómics, donde este tipo de temas lleva ya muchos años de estar presente y ser explotado de diversas maneras.

Así que no debería sorprendernos tanto la existencia de propuestas alternativas, como "Todo en todas partes al mismo tiempo", aunque sí debe agradecerse que hagan válidos esos atrevimientos que difícilmente se permitirían producciones auspiciadas por los estudios que guían los destinos en el cine de los sellos Marvel y DC quedándose dentro de los márgenes de lo digerible.

Tal es el caso de "Todo en todas partes al mismo tiempo", la cual contando en la producción con los Hermanos Russo —responsables de la excelente Capitán América y el Soldado de Invierno (2014)—, no sólo se permite llevar al exceso las posibilidades de la premisa a nivel estético, con el humor de alcahuete y estandarte para entrar y salir del drama, sino que la aterriza en profundas disertaciones de carácter existencialista teniendo como vehículo al ciudadano de a pie, y con la cotidianidad plagada de referencias a la cultura pop como principal materia prima.

Aquí nos encontramos con una mujer dueña de una lavandería y sumergida en los procesos que implica pagar impuestos —reconvertidos en un infierno por la burocracia—, incapaz de evitar que las convenciones sociales y las exigencias de las tradiciones familiares y culturales sigan acrecentando los escollos en el camino a la comprensión de su hija y de la relación con su esposo. Es ella quien, tras una insólita revelación, habrá de convertirse en el héroe improbable de una épica batalla entre realidades.

A partir de ese momento, la pantalla se llena de lances imposibles en la línea del wuxia y sus artes marciales como reflejo de la revolución interna, la gestual y corporalidad estridente del anime proyectando los sentimientos exaltados, la extravagancia carnavalesca como fachada de la conciencia de la soledad, la comedia sofisticada que trastoca la anatomía para exponer la futilidad de la vida, y la melancolía materializada en contrastes de colores cálidos sobre tonos fantasmales estilo Wong Kar-wai —"Deseando Amar" (2000)—, con los acercamientos de cámara funcionando cual si fueran signos de admiración, y el ingrediente escatológico enfatizando el lado soez de lo mundano.

Todos rasgos y matices de la neurosis representada con los fragmentos de un viaje al interior del ser, que le explota en la cara a la protagonista y al espectador, para empujarle a ir en contra de la tendencia a culpar a todos menos a uno mismo del origen de las circunstancias propias, y reflexionar sobre la naturaleza de decidir, así como el peso de las acciones que se ejecutan con respecto a ello.

De inicio, las reglas de la ficción son confusas y tardan en establecerse, amén de dejarse llevar por la grandilocuencia del drama hacia falsos finales dando rienda suelta al regodeo que, aunque a veces es disfrutable, alarga innecesariamente la película.

Sin embargo, no hay duda de que "Todo en todas partes al mismo tiempo" es una irresistible provocación a dejarse llevar por el caos, con el cine como guía para alcanzar la reflexión tras el delirio que además se burla de sí mismo. Ésta es la verdadera locura del multiverso.

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