En una noche frenética, llena de rock, psicodelia, demandas y mucha nostalgia, el músico británico Rogers Waters, fundador de Pink Floyd, abarrotó el Palacio de los Deportes logrando congregar, de acuerdo con cifras oficiales, a 22 mil 717 almas en la primera de dos fechas en la Ciudad de México.
Waters todo el tiempo mostró su cariño por el público chilango, a quienes agradeció en español por estar presentes tras casi dos años de espera: “¡Gracias a todos los que compraron boletos en 2020 y hoy están aquí, significa mucho para mí!”
Debido a los protocolos sanitarios por la pandemia de Covid-19, el concierto fue pospuesto desde 2020, volviendo a este, uno de los regresos más esperados de los últimos años. Público de todas las edades asistió al domo de cobre para ver a la leyenda del rock, quien salió al escenario en punto de las 21:00 horas, con una apantallante interpretación de “Comfortably Numb”.
El escenario, en forma de cruz, permitía que los músicos rolaran por la tarima para ser apreciados desde cualquier zona del complejo. Pantallas gigantes proyectaban alucinantes animaciones que iban perfectamente sincronizadas con cada remate en los platillos, con cada rasgueo, con cada palabra. La iluminación, que oscilaba entre tonos rojos, azules y verdes, fue fundamental para sumergir a los espectadores en un ambiente puro de nostalgia y psicodelia.
La introducción inmersiva explotó cuando Waters y compañía interpretaron la parte 2 y 3 de “Another brick in the wall”, pues el público desató la euforia reprimida por casi dos años de espera y, entre brincos y con el puño al aire, corearon al unísono: “¡Hey, teacher, leave them kids alone!” Dave Kilminster, quien lució una hermosa guitarra craquelada, estremeció a todos los asistentes con unos solos perfectos que apelaban a la nostalgia de quienes llevan más de 40 años escuchando los temas que Pink Floyd popularizó.
Las demandas que Waters proyectó durante el show fueron incisivas, pero contundentes, pues señaló al gobierno de los Estados Unidos por las guerras que encabeza e hizo una dura crítica al abuso de poder por parte de la Policía, recordando a Giovanni López, quien falleció en 2020, tras ser arrestado en Jalisco por no portar cubrebocas; así como a Victoria Salazar, quien fue asesinada en Tulum en 2021. En las pantallas también se pudo leer el nombre de George Floyd, quien fue asesinado por un elemento policiaco en Mineápolis, lo que provocó una ola de protestas en contra de la brutalidad policiaca derivada del racismo.
Uno de los momentos más memorables de la noche llegó cuando Waters tomó su guitarra y comenzó a interpretar “Wish you were here”, acompañado de los riffs en guitarra acústica de Jonathan Wilson. Asimismo, Seamus Blake lució su virtuosismo con el saxofón bajo, logrando envolver a todos los presentes con solos electrizantes.
Una oveja voladora gigante recorrió el domo de cobre al mismo tiempo que sonaba “Sheep”. Shanay Johnson y Amanda Belair, coristas de la banda, dieron un espectáculo vocal y dotaron al show de un aura mística, mientras que Joey Waronker marcó la pauta en cada tema desde la batería. Waters brindaba con mezcal con los miembros de la banda y todo el tiempo agradeció al público que lo ovacionaba al grito de: “Olé, olé, olé, olé, Roger Waters…”
“In the flesh”, “Déjá vu”, “Money” y “Eclipse” fueron algunos de los temas que el músico británico y compañía interpretaron. El concierto concluyó con los músicos despidiéndose uno a uno, entre aplausos del público. Waters agradeció a todos los asistentes mientras recorría el escenario en una emotiva despedida con un formato muy cinematográfico, en el que una cámara siguió a los músicos cuando salieron del escenario, mientras eran dirigidos con ademanes por el mismo Waters. Las luces y las pantallas se apagaron, y la música dejó de sonar, cuando la leyenda de rock dio la indicación final.