Mientras a lo lejos resuena la guerra civil irlandesa impactando en el cielo y la tierra, convertida en un murmullo estremecedor, otra épica batalla se desarrolla entre dos de los habitantes de una isla ubicada en la costa oeste. Contraste lacónico y sutil que anuncia lo que habrá de convertirse en una representación de la naturaleza testaruda del ser humano, la cual en muchas ocasiones raya en la estupidez detonando conflictos que hacen salir lo peor de cada individuo, mutilando y cobrando vidas. Esta es la premisa de “Los espíritus de la isla”, película nominada al Oscar a Mejor Película.
Corren los 20 del siglo pasado, la trama sigue los pasos de dos otrora amigos, distanciados por la toma de conciencia de uno de ellos con respecto al sinsentido de su existencia. Él ya no quiere continuar con la relación que considera una aburrida pérdida de tiempo, el cual prefiere invertir en algo que desde su perspectiva lo salvará de pasar los días hasta sumergirse silencioso en el olvido.
Como era de esperarse, su viejo compañero, con quien compartiera rutina y alcohol, no solo no estará de acuerdo, sino que no será capaz de asimilarlo y tensará la situación sacando a relucir aspectos desconocidos y a veces perturbadores de ambos.
La metáfora no solo es mordaz sino perversa, y afortunadamente es llevada hasta sus últimas consecuencias por situaciones de una simpleza encantadora propia de la rutina campirana, que se va retorciendo entre discusiones que redundan en agresiones, hasta cambiar la simpatía por el humor negro, algo en lo que el director Martin McDonagh —“En Brujas” (2008), “3 anuncios por un crimen” (2017)— es un experto.
La meticulosa sobriedad en la interpretación de Colin Farrel —“El sacrificio del ciervo sagrado” (2017), “The Batman” (2022)— y Brendan Gleeson —“La tragedia de Macbeth” (2021)—, es bondadosa materia prima para una cámara que se viste de reflexión en las tomas abiertas con los fríos parajes donde el folklor se mezcla con el rezago, para disimular su posterior afán alevoso de quedarse enganchada en la gestual implosiva de los personajes, acompañándoles al límite de la contención.
Si, “Los espíritus de la isla” es una exposición sobre la vulnerabilidad masculina y los entresijos detrás de la fachada amable de lo cotidiano que naufraga ante la soledad, pero también lo es sobre la naturaleza de los conflictos tanto en lo individual como en lo colectivo. Todo vertido dentro de un lamento mezcla de risa y amargura. Es la gran favorita a llevarse el premio a Mejor Película en la próxima entrega de los Oscar.