Tal como lo dicen en la propia película -recordándonos aquella pretensión del buen Apolo Creed- “La gente ama estas historias”, y es cierto, sin importar cuán repetitivas puedan ser como en este caso, donde volvemos a ver como el protagonista tras su retiro de los cuadriláteros, llega con cierta tranquilidad su nuevo estatus de empresario y padre de familia, hasta que emerge la figura de un peleador que busca su auspicio para aspirar al campeonato, lo que eventualmente le llevará a volver a ponerse los guantes y soltar algunos ganchos.
Es evidente que estamos ante una selección de varias de las situaciones típicas a través de las cuales la saga original protagonizada por Sylvester Stallone, pasó de ser un drama profundo que tenía como marco el mundo del pugilismo, a encumbrarse como una travesía deportiva y espectáculo blockbustero, las cuales son reacomodadas sobre una estructura básica en la búsqueda de darle identidad propia y definitiva a Creed, ya al margen del mencionado impulsor del concepto.
Sin embargo eso no es suficiente, tampoco el llevar al mínimo las referencias a la figura del célebre “semental italiano”, que solo se magnifica ante tal renuncia, y mucho menos apostar por los efectismos y la excesiva estilización de los combates con el uso del CGI y el formato IMAX.
Para validarse también hay que tener el pulso necesario para mantener el sentido dramático de la trama y el desarrollo de los personajes que pese a los convencionalismos aquí trabajan con cierta consistencia -hay que decirlo-, a la hora de hacer estallar los conflictos planteados sirviéndose de los elementos que aporta el cuadrilátero como escenario, y no al revés como aquí sucede. Y es que en cuanto cruzan las cuerdas el aspecto humano se pierde entre los artificios, al grado de que en cierto momento terminan ofreciendo un burdo intento de materializar el estado emocional de los peleadores con una metáfora visual simplista.
Así entonces esta tercera entrega de Creed con Michael B. Jordan -Creed (2015), Black Panther (2018), Creed II (2019)- como director y el papel principal, va encontrando algunos buenos momentos, como cuando apunta cuestionamientos con respecto a los modelos de masculinidad; pero también va desperdiciando la mayoría de las posibilidades, atinando solo a entregar un poco de aquello que como mero entretenimiento gustaba y tanto funcionaba de la franquicia de Rocky, de lo demás ni hablemos.
KR
