Estamos ante la que podría considerarse como la mejor película realizada sobre un videojuego hasta el día de hoy… “Tetris”.
Porque aunque la historia de la distribución global del emblemático “Tetris” bien podría haberse convertido en un thriller convencional, aquí con el minucioso uso de los códigos propios del mundo de las consolas presentado por el director Jon S. Baird —“El Gordo y el Flaco” (2018)—, adquiere la intensa vitalidad que define la experiencia de plantarse frente a una pantalla —del tamaño que esta sea— con los controles como extensión de uno mismo, saltando niveles para la consecuente llegada de premios, insignias y desbloqueos de mundos tan llamativos como hostiles.
La animación en pixeles y los sonidos en secuencias ilustrativas sirviendo como presentaciones y transiciones, o irrumpiendo como agregados sobre el live-action en escenas de persecución que enfatizan la pérdida y la obtención de créditos y vidas, no solo definen cuestiones estéticas, sino que forman parte de la narrativa que plantea con claridad y rapidez los diferentes escollos por los qué transita el protagonista, pero sin dramatizar demasiado en ellos.
Aquí la agilidad del desarrollo es la prioridad, para ofrecer un discurso sencillo pero sólido que reivindica al ser humano y al soñador frente a las exigencias de la comercialización y los intereses políticos.
La música “chip tunes” —es decir sintetizada con los sonidos de computadora—, se intercala con temas plenamente identificables de la época de finales de los 80, para estirar los puntos de tensión y acompañar la explosión de los momentos climáticos, lo que termina de dimensionar aquel universo análogo encaminado a lo digital que se convulsionaba ante la inminente caída del socialismo en la Unión Soviética.
Todo siguiendo los pasos de un creativo convertido en ejecutivo y que cuál guerrero corporativo está sumergido en la lucha de tintes épicos por obtener los derechos de distribución de un producto destinado al éxito, abanderado por el gigante Nintendo y a la sombra de ese otro ente llamado Atari.
Una trama que, en su traslado de los hechos reales, pese a dejar uno que otro cabo suelto y descuidar la continuidad de un par de personajes secundarios, es capaz de presentar antagonistas con disyuntivas ideológicas y hasta dilemas morales.
Ya muchos de los distintos acercamientos fílmicos a las franquicias de este tipo, quisieran tener la honestidad e ingenio de este retrato histórico con eficaz estructura de vehículo de entretenimiento vestido de videojuego, que se mantiene fiel a su concepto de origen en todo momento y sorprende con una aventura emocionante e informativa, mezcla de frescura y nostalgia, que dejará satisfechos tanto a gamers como público en general. Se estrena directo a la plataforma de Apple TV+.
