Alameda Films y Cinemex unen fuerzas para rescatar un legado: el cine de terror mexicano, y traen su “Mayoween” con el ciclo “Espectros, delirios y colmillos”, con el que los amantes del género podrán revivir el pasado con joyas cinematográficas de gran trascendencia.
Abraham Castillo, curador de la muestra México Maleficarum que el museo de la Academia de Hollywood presentó en noviembre pasado, destacó que fue precisamente ese evento el que impulsó el interés para hacer algo así en nuestro país y Alameda Films se acercó para proponerle el proyecto.
“Yo me imaginaba que sería algo más pequeño, pero no, buscaban que fuera un circuito comercial, además este año la productora cumple 75 años y qué mejor hacerlo así. Pero es interés por revivir estas películas que han estado enlatadas durante décadas, la gente que las conoce nunca las ha visto en pantalla grande y nos parece una oportunidad maravillosa. Cinemex fue muy sensible a esto, les latió muchísimo la idea y empezamos desde noviembre del año pasado a cocinarlo”, señaló.
Para los amantes de lo macabro, el ciclo lo integran cinco joyas que marcaron nuestra cinematografía nacional como El Vampiro (Fernando Méndez, 1957), La maldición de la llorona (Rafael Baledón, 1961), El barón del terror (Chano Urueta, 1961), Misterios de ultratumba (Fernando Méndez, 1958) y una especie de homenaje post mortem a Xavier lópez, Chabelo, con Chabelo y Pepito contra los monstruos (José Estrada, 1973).
“Hay mucho interés por el cine mexicano y no sólo de terror”, destacó Castillo, al recordar la calidad de nuestra cinematografía, y en este caso, de los filmes a exhibir.
“La historia del cine mexicano de terror comienza en 1933 con La Llorona, que fue la primera, pero no había habido ninguna película de terror que tuviera un impacto masivo en taquilla y que fuera verdaderamente un éxito hasta que llegó El Vampiro, en 1957. Ésa de alguna manera cambió el paradigma de lo que podía ser el terror como negocio, entonces muchos otros productores empezaron a producir películas más o menos del 57 hasta mediados de los 70. Y ahí hubo muchas películas muy interesantes”, dijo.
El también productor del Festival Mórbido destacó que este ciclo trae lo mejor de lo mejor del género y con versiones restauradas.
Si Max Schreck recreó un poema visual de horror al interpretar al Conde Orlok en Nosferatu y Bela Lugosi inmortalizó al clásico Conde Drácula, Germán Robles dejó para la posteridad una mezcla entre lo sensual y erótico con toques de humor en El Vampiro, filme que le valió el reconocimiento internacional.
Al respecto, Castillo destacó el legado del actor mexicano y compartió una anécdota: “Originalmente Abel Salazar (productor de la cinta) le había dado ese papel a Carlos López Moctezuma (Río Escondido), quien era el villano favorito del cine mexicano en ese entonces. Cuando ya estaban preparando la película y cerca de la fecha del rodaje, Abel se dio cuenta que necesitaba a alguien nuevo, alguien que la gente no conociera y que tuviera otro enfoque. Entonces le explicó a López Moctezuma la situación y le dijo: ‘esto está muy raro, sé que parece terrible, pero vamos a poner a este chavo, porque así va a funcionar mejor’, el resto es historia,
“Germán Robles tiene un lugar importantísimo en la historia de cine de terror mexicano, se grabó en el subconsciente mexicano el vampiro de Germán Robles.
“Además, no hay que olvidar que fue el debut cinematográfico de Germán Robles, él nunca había aparecido en una película antes, Salazar lo descubrió cuando Robles estaba interpretando el papel de Jesucristo en teatro, lo cual me parece sensacional, ¡imagínate, de Jesucristo a ser el chupasangre Alfa, está tremendo!”.
En el caso de La maldición de la llorona, otro de los filmes que se exhibirán, la película posee movimientos estilísticos de cámara que no eran usuales en ese tiempo en México.
“No se veían mucho en el cine mexicano, tiene retroproyecciones, montaje de flash backs. En México, en las películas normalmente no se usaba eso, no eran tan estilizadas y que hubiera este deschongue estilístico, a mí me parece fantástico, además, en situaciones muy precarias de tiempo, de todo hecho en foro, en maquetitas, o sea, el ingenio te digo, cineastas hechos y derechos con mucha experiencia que decían ‘ok, tenemos tres pesos, cómo le sacamos jugo a estos tres pesos’”, destacó Castillo.
Sobre el tema del ingenio mexicano, el experto remarcó el trabajo de aquellos que hacen cine, pero que no son tan visibles como el productor, un director o actor.
“Misterios de ultratumba es una joya desconocida del cine de terror en nuestro país, es verdaderamente aterradora, fantástica, tiene gran maquillaje, atmósferas lúgubres, pesadas y el trabajo de todos está de primer nivel: fotografía, escenografía, música, todo. Obvio hay detallitos y cosas, pero también eran películas que estaban hechas con muy poco presupuesto y que muestran el ingenio y el súper colmillo que tenían todos estos trabajadores cinematográficos. A mí me cuesta mucho trabajo que nada más celebran al Indio Fernández, a Gabriel Figueroa, y está bien, pero también había otros directores y técnicos maravillosos que tenían mucha idea de cómo se debe hacer el cine y qué se tenía que hacer para crear estas atmósferas y lo hacían muy bien”, enfatizó.
Esta época tiene además algo interesante: la mayoría de los directores de cine de terror eran amigos.
“Chano Urueta, —que dirige El barón del terror, la película yo creo más bizarra en el cine de terror mexicano, los efectos son tan terribles que tienen un lugar en la historia, nadie se atrevía a hacer algo así tan loco y lo hicieron— fue el que descubrió a Abel Salazar cuando Abel vendía muebles para baño y lo jaló a su primera experiencia cinematográfica. Quince o 16 años más tarde lo jala Abel Salazar para que dirija esta película, teniendo idea de lo que era capaz su esperpéntica imaginación. Chano Urueta era uno de los grandes directores de este país y e hizo muchísimo a nivel estético y teórico que no se le ha reconocido, el mismo Arturo Ripstein dice que él era de los hombres más inteligentes, más cultos, pero que hacía películas malas, pero también dijo que fue el único que se sentó con él y le explicó cómo hacer cine, porque la leyenda dice que fue Luis Buñuel, pero Buñuel no le enseñó nada a Ripstein, fue Chano Urueta, entonces es muy interesante ver cómo estas ligas se van tejiendo y se van pasando el conocimiento y van forjando un periodo de la historia del cine mexicano interesante”, dijo.
Finalmente, Abraham Castillo recalcó lo importante del ciclo, pues las películas fueron hechas para verse en pantalla grande y mucho mejor si participa la Iniciativa Privada.
“La magia del cine también es el espacio, el tener una experiencia comunitaria, todo mundo está compartiendo la misma historia, te sincronizas con los demás, con gente que no conoces, pero que sabes que está sintiendo lo mismo y eso es lo mágico. Por otra parte, celebro mucho que Cinemex haya entendido lo que queríamos hacer con este ciclo y que vea también las posibilidades comerciales, porque más allá de la nostalgia, estas películas son poderosas y verlas en pantalla grande y restauradas, es una oportunidad maravillosa. No es en la televisión o en los teléfonos donde se tienen que ver, sino en el cine, en su hábitat natural”, manifestó.
Los filmes podrán verse en la Ciudad de México en salas de Altavista, Antara, Artz Pedregal, Duraznos Platino, Insurgentes, Manacar, Galerías Insurgentes, Parque Delta, Parque Lindavista, Patriotismo, Reforma Casa de Arte, Reforma 222, Santa Fe, Parque Tezontle y Universidad.
Y al interior de la república en Veracruz, Morelos, Estado de México, Jalisco, Guanajuato, Sonora, Yucatán, Nuevo León, Oaxaca, Coahuila, Nayarit, Hidalgo, Puebla, Chihuahua, Queretaro, San Luis Potosí y Baja California.