La historia sobre la relación que establece un niño con una maestra dentro de una comunidad rural, no deja de sonar un tanto trillada. Sin embargo, en "El último vagón", el director mexicano Ernesto Conteras posee el pulso justo para hacer de lo genuino de los diálogos y de los pequeños detalles en cada situación, lo que materialice en cálidas atmósferas una embriagadora ensoñación con la que le da la vuelta a una premisa que parecieran ya habernos contado muchas veces, para encontrar nuevos y emotivos caminos.
Pero hay algo más que hace la diferencia entre "El último vagón" y lo que fue el romance trágico con leves toques místicos de "Sueño en otro Idioma" (2017), del nivel de introspección acerca de la soledad crónica urbana que alcanza "Párpados Azules" (2007) o de la alentadora proyección de los infiernos personales de "Cosas Imposibles" (2021); y es la forma en que la historia alterna sobre un inspector cuya labor es la de cerrar escuelas en favor de una implacable reforma, se conjuga con la línea argumental principal haciendo pasar una a través de la otra las escenas que sirven como puente sutil, unificándolas en un punto donde el tiempo y el espacio obedece a la evocación y la vitalidad de recuerdo vivido que sostiene el desarrollo general.
Es también esa honestidad enfocada que hace entrañable la estilización, la que se extiende al desempeño de los actores, empezando con Adriana Barraza —"Amores Perros" (2000), "Babel" (2006)—, quien al interpretar a la maestra en cuestión transita serena y minuciosa para evitar los lugares comunes.
Lo mismo sucede con Guillermo Villegas —"Harina, el teniente vs. El Cancelador" (Serie, 2022)—, quien ofrece un acercamiento genuino al camino de las emociones establecidas para su personaje, sin forzar la intensidad o meter el freno de mano en los mecanismos interpretativos para lograr un proceso orgánico a la hora en que debe tomar desiciones, las cuales en su caso si llegan a ser un tanto predecibles, pero ya para ese momento lo sorpresivo no es lo importante.
Con tales pilares adultos en el reparto, a los que se une una Blanca Guerra —"Un Embrujo" (1998), "¿Como matar a Mamá?" (2023)— haciendo valer todo su oficio incluso en papeles pequeños como aquí que se pone bajo la piel de una maga que encabeza a un grupo de artistas con los que dentro del relato se recupera el sórdido encanto de la tradición circense; es que la naturalidad de los niños protagonistas se conserva en su estado más genuino y funciona a la perfección.
"El último vagón" es una cautivadora mirada a la infancia y la vocación por enseñar, que pese a tratar temas como la miseria, la pérdida, la necesidad y el abandono, nunca cae en el melodrama exacerbado o el temendismo, mostrándose bella y agridulce como la vida misma.
Pequeña nueva joya del cine mexicano contemporáneo que llega a Netflix, y que merecía también verse en pantalla grande.