Una herida que le ha costado sanar a la directora mexicana Natalia Bermúdez es presenciar lo que le han traído las adicciones a su hermano Rodrigo, quien ha estado luchando por rehabilitarse. Con el fin de sanar ese dolor y entender ese amor imperfecto de su familia, la realizadora se embarcó en un viaje en el que de una manera honesta e íntima muestra cómo han vivido esta experiencia.
En su intento por rehabilitarse, Rodrigo va al norte del país acompañado de Natalia, quien decidió tomar su cámara y documentar todo ese proceso para mostrar en Norte, desde el dolor que cada uno de los integrantes de su familia atraviesa y el de ella misma, las recaídas de su hermano, el enojo e impotencia que de pronto se apoderan de ella y el amor que sienten.
“Lo que nos hizo entender es verlo como lo estaba viviendo el otro, a mis papás yo les exigía, les decía ‘por favor, todo el tiempo es Rodrigo, siempre está en pedos y yo qué, pónganle límites’, y todavía pasa, no es como que sanamos, pero el hecho de comprender los otros ángulos me hizo entender que él se siente vulnerable, que tiene un dolor cabrón adentro, como mis papás, como yo, pero es como lo dijo mi mamá, todos estamos pensando en nuestro dolor y la manera de conectar fue entendernos. Ésa es la clave de la película”, comentó en entrevista con La Razón Natalia Bermúdez, quien recientemente con Norte fue galardonada en la categoría Mejor Documental Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato.
Bermúdez en su largometraje documenta las conversaciones que tuvo en ese tiempo con su hermano, que van desde cuando él le cuenta sobre su futuro y presente, hasta discusiones en las que la impotencia le gana y vienen los reclamos hacia Rodrigo. También cómo la drogadicción de su hermano ha impactado a sus padres.
Somos familias complejas, aunque nos decimos que nos odiamos, nos amamos; ese mismo amor es el que genera el conflicto, si Rodrigo no nos importara, todo sería más sencilloNatalia Bermúdez, Directora
De manera cruda, la directora incluye momentos en los que Rodrigo recae o su sentir cuando en una ocasión él estaba drogado y cayó de la azotea, por lo que estuvo hospitalizado de gravedad. Cuenta que en algún punto sintió que si fallecía tal vez era lo mejor.
“El cine que a mí me gusta es el de los personajes complejos, me desespera ver a personajes víctimas, sin poder de decisión, por lo mismo dije ‘quiero que esta película abarque nuestra complejidad’, nuestros pensamientos horribles, lo que nos decimos, pero también todo el amor que nos tenemos, todo dentro de esta vomitada honesta, cruda”, comentó Natalia Bermúdez.
Dijo que nunca quiso justificar su actuar o manera de pensar en ciertos momentos en que Rodrigo se puso en peligro, sino retratarse de una manera honesta.
“Ahora ya es distinto, lo amo mucho y eso lo va a decir la película misma, fue una decisión difícil dejar esa parte así y decir, ‘chance y es lo mejor’, porque también soy un personaje complejo, mi hermano también. Esto no es un comercial de Vive sin drogas, porque el mensaje sería ‘él ya está bien, estamos bien, con mi amor perfecto lo salvé’, y no, él me salvó a mí y nos salvamos con nuestro amor imperfecto”, agregó la cineasta.
Compartió que fue difícil filmar a Rodrigo totalmente vulnerable. “Para mí era muy fuerte grabar a Rodrigo, sobre todo cuando se estaba drogando, porque una cosa es verlo y otra saberlo. Cuando no gusta el documental, cuando a la gente no le gusta es porque piensa que es aprovechado, pero de alguna forma no lo han sabido leer.
“Fue verlo desde el amor, aunque ese mismo amor es el que genera el conflicto, porque si Rodrigo no nos importara todo sería mucho más sencillo, pero lo amamos tanto que esto se vuelve una locura y él nos ama a nosotros”, concluyó Natalia Bermúdez.