Si el cantante británico Sam Smith imaginara un mundo ideal tal vez ponderaría el amor, la belleza y el sexo, como la noche de ayer lo hizo con su espectáculo en el Palacio de los Deportes, en el que llenó de gloria y libertad a sus más de 17 mil fans.
El inicio del concierto fue épico: en el escenario se quitó una gran sábana blanca que tapaba una escultura dorada. Sobre la figura monumental de una mujer desnuda se instalaron los músicos y en el centro apareció Sam Smith cantando la balada que lo llevó a la cima de éxito ,“Star With Me”.
Para la ocasión eligió un pantalón dorado, una camisa blanca y un corsé, complementado con unas plataformas doradas. El vocalista estaba feliz de reencontrarse con sus fanáticos, sonreía y pedía que lo acompañaran con aplausos.
El espectáculo, que se divide en tres actos, comenzó con una oda al Amor y fue “I’m Not The Only One” la elegida para continuar. Los aplausos y gritos de emoción de sus seguidores fueron tantos y resonaron tan fuerte que Sam Smith se conmovió y lloró de felicidad al recibir tan grato regalo.
“Es el sonido más hermoso que he escuchado en mi vida. Es algo de una sola vez, es un momento inolvidable y les agradezco tanto”, dijo.
Antes de sonar “Perfect” apareció la leyenda “Love” en la pantalla del escenario y el vocalista volvió a subir al centro de la escultura ya sin el corsé. Lo acompañó Jessie Reyez, la telorena del artista.
Con “Diamonds” derrochó sensualidad y en cuanto se acostó en el escenario para moverse de manera candente, el público gritó por el gesto de Smith, quien en los últimos tiempos ha tomado como bandera el amor propio y la libertad de ser.
El segundo acto, Belleza, fue anunciado en la pantalla y salió ataviado con un vestido vaporoso en color blanco con plateado para interpretar “Kissing You”.
“Se ve hermoso”, dijo una de las presentes a su amiga, mientras las lámparas de los celulares iluminaron todo el recinto.
“Soy una de esas personas afortunadas que tiene la oportunidad de ser altavoz, vehículo, y celebro el arte, a los artistas, a los creadores y a las personas que se identifican conmigo, a quienes son mis amigos”, expresó antes de invitar a Lucy a cantar “Lay Me Down”.
Al final del tema una fan le dijo un halago a Smith y él le respondió: “Tú eres increíble” y formó con sus manos la figura de un corazón y sonrió.
Posteriormente, el escenario se convirtió en una especie de antro y el intérprete vistió un atuendo negro con un sombrero del mismo color.
Cantó “Gimme”, mientras sus bailarinas twerkeaban, la energía se contagió.
El ambiente se elevó con “Promises” y al final Sam Smith se puso un ostentoso abrigo rosa para poner a bailar con “I’m Not Here to Make Friends”, casi al terminar se movió de manera sensual provocando gritos.
Con “Latch” el recinto retumbó y para este éxito el vocalista vistió un look más casual, pantalones de mezclilla, playera blanca y chamarra rosa. La coreografía fue un tributo al vogue. Con “I Feel Love” evocó a Donna Su-mmer y se quitó la camisa para aventarla al público. Después, “Gloria” dio inicio a la etapa más disruptiva y erótica del artista, el acto tres, Sexo, que quizás represente la liberación que ha abrazado en los últimos años.
Se escuchó música sacra como si se estuviera en un templo religioso; sin embargo, Smith apareció irreverente con una ropa interior negra, pezoneras en forma de cruz, medias de red y unas largas botas negras.
El concierto cerró de manera apoteósica, como se esperaba, con “Unholy”, en la que se puso unos cuernos de diablo, para terminar ese “ritual erótico”. El público estaba extasiado con la voz de Sam Smith, la música, las coreografías y el fuego.