La cantante Natalia Lafourcade ha seguido a su intuición y se ha convertido en un “monstruo escénico” como la noche de ayer lo demostró en su concierto en el Auditorio Nacional, donde fans fueron testigos de la evolución artística que ha tenido con su disco De todas las flores, un viaje de autodescubrimiento y a los jardines de interiores de su corazón a donde nos invitó a adentrarnos.
El espectáculo inició con el poema “Cúrate”, de María Sabina, que fue como un llamado de la vocalista para ponerle amor a esta noche especial en la que se reencontró con su público. La primera canción que sonó fue “Vine solita” y la intérprete lució una amplia falda negra que cubría gran parte de su alrededor.
Después vocalizó “De todas las flores”, en la que brindó unos arreglos en los que el piano y la trompeta parecían acariciar el alma de los presentes junto con la voz de la artista. El tema terminó con el grito “Te amo” de un fan.
Los músicos fueron un elemento esencial del espectáculo y en el inicio de “Pasan los días”, el solo de guitarra eléctrica fue un buen preámbulo. En la parte que reza “dime cómo hago para respirar en este mundo tan vacío”, la voz de Lafourcade sonó poderosa y desgarradora.
En “Llévame viento”, el pianista comenzó tocando solo mientras Lafour-cade seguía sentada, recargada en el respaldo de la silla. Después su voz comenzó a “abrazar” al público, entre sonidos de piedras y agua de una cascada que se proyectaban en una pantalla. La canción fue un deleite en vivo, porque es una de las que más tiene presente la experimentación musical que impregnó en De todas las flores.
Cuando llegó “El lugar correcto”, el público se desbordó en aplausos y Lafourcade nos hizo saber a todos que “llegamos al lugar correcto” y que en este “ahora” no hacía falta más, porque cuando un artista logra tocar nuestra alma y nos invita a su jardín creativo, no necesitamos más.
“Muchísimas gracias, qué enorme alegría, qué enorme jardín, qué alegría estar aquí, por fin estamos en casa. Me siento agradecida por su amor, su cariño”, expresó la compositora veracruzana antes de convidarnos a entrar a las profundidades de su corazón y a ese jardín en el que cosechó la música de su último disco.
En ese jardín, que ya habíamos comenzado a explorar y que tocaba nuestras emociones, con “Pajarito colibrí”, Natalia nos hizo saber que todo está bien y nos permitió abrazar a nuestro niño interior.
Dedicó la canción “a todos aquellos niños y niñas que andan sufriendo por el mundo. (La canción) vino para decir todo va a estar bien, vinimos a este mundo a ser felices, a ser libres, hacer comunidad, no la guerra. Brindo para que encuentren esa libertad”, dijo.
Después, la artista nos hizo irnos hasta Huautla de Jiménez, Oaxaca, para recordar los saberes de María Sabina con la canción “María la Curandera”. La música nos permitió embelesarnos y de momentos la voz de Natalia enchinaba la piel, por lo que el público se rindió ante tanta majestuosidad y la llenó de aplausos y ovaciones.
Si bien, hasta ese punto Lafourcade nos había cautivado, con “Muerte” llevó el espectáculo a otro nivel, ofreció una danza con la enorme falda negra que portaba. La artista se apropió del escenario y nos demostró que es multifacética, no sólo nos transmite a través de la voz, sino también de su cuerpo. En la última parte del tema se dejó caer en el escenario y poco a poco se fue quitando la falda, que levantó como si se tratara de una ofrenda.
Tras hacer una pausa vino la segunda parte del concierto. La intérprete cantó temas de sus compositores favoritos y quienes le han enseñado sobre música. Además dedicó la parte final a temas de su exitoso disco Hasta la raíz. Para la ocasión portó un huipil rojo.
Entre los temas de los compositores que han formado parte de su vida sonaron “Cien años”, “La llorona” y “No vivo por vivir”.
Posteriormente, invitó al escenario a la cantante Silvia con quien interpretó “Soledad y el mar” y en acústico “Mi última canción triste”.
En una versión en salsa vocalizó “Lo que construimos” y también interpretó “Para qué sufrir “.
No faltó el homenaje a su natal Veracruz y en “Hasta la raíz” evocó a los jaraneros y los fandangos jarochos. Para después llevarnos a su “Tierra veracruzana”.
Tras más de dos horas de concierto, Natalia culminó este recorrido de manera festiva con “Nunca es suficiente” y “Tu sí sabes quererme”, le puso candela y gozó bailando como si estuviera siguiendo los consejos de María Sabina: “Salta, baila, canta, para que vivas más feliz. Cúrate mijita, con amor bonito, y recuerda siempre… ¡Tú eres la medicina!!”. Y sí, la música de Lafourcade fue la medicina que ayer nos sanó.