Hace medio siglo se estrenó en la pantalla grande El Exorcista, cinta que cambió para siempre la manera de hacer cine de horror y la forma de percibir la realidad. Para Fernanda Solórzano, ensayista y crítica cinematográfica, no existe hasta la fecha una película de horror que haya generado un fenómeno como el que produjo el largometraje dirigido por William Friedkin.
“Creo que tiene que ver con que el cine ya está más atomizado. Antes el estreno de una película era todo un acontecimiento. Se hizo una especie de histeria colectiva y hubo gente que leyó sobre estos desmayos en las funciones, se predisponían y les pasaba lo mismo”, explicó la experta fílmica en entrevista con La Razón.
Fernanda Solórzano señaló que lo que causó El exorcista no se explica sin el “fenómeno de recepción colectiva” que provocó: “Fue único, y quizá haya quien asegure que hay películas que dan más miedo, pero eso es algo subjetivo. Como fenómeno yo creo que sigue siendo la película que más genera esa sensación y esa emoción”, aseveró.
A través de “Los resortes del miedo” —uno de los ensayos que componen el libro Misterios de la sala oscura—, Fernanda Solórzano profundizó en el impacto que generó en la sociedad la aterradora historia de una niña que es poseída por un ente demoniaco. La prestigiada ensayista detalló en su texto el ambiente político y social en el que nace la cinta y las reacciones del público de la época, así como el conflicto que surgió entre el autor del material original, William P. Blatty, y el director del filme que se estrenó el 26 de diciembre de 1973 y llegó a México en el 74, por lo que era común que circulara en nuestro país en versión pirata antes de su lanzamiento en cines.
El escritor de la novela El Exorcista, William Peter Blatty, quien más tarde fue guionista de la cinta, pretendía que la historia fuera un estimulante para la fe, pues era un fiel católico. Se inspiró en un artículo que leyó en un diario en el que se contaba la historia de un exorcismo que se le practicó a un niño de 14 años: “La premisa de Blatty era que si podía convencer a la gente de la existencia del diablo, por ende, podría convencerla de la existencia de Dios”, contó Fernanda Solórzano.
“Es interesante cómo esto Blatty lo convierte en una novela que está llena de disquisiciones teológicas y diálogos en los que se habla de la existencia del bien, del mal y por qué existe cada cosa”, agregó la experta fílmica.
Solórzano compartió que la novela llamó la atención del director William Friedkin, pero consideró que eran necesarias algunas licencias al momento de adaptarla. “Friedkin leyó la novela y dijo: ‘Ésta es una muy buena historia, pero no le puedo meter estos diálogos, porque se va a convertir en una película de personas hablando en una escalera sentados y nadie la va a querer ver’. Quitó todo eso y dio pie a un pleito tremendo entre ellos”, relató.
William P. Blatty solicitó que en el corte final de la película se incluyeran dos escenas que le parecían indispensables para que el mensaje que pretendía enviar fuera claro, pero William Friedkin se negó e hizo un montaje en el que no sólo estaban ausentes las partes que solicitó el autor, sino mucho más material: “Es una buena anécdota para mostrar que no siempre las mejores adaptaciones son la que siguen al pie de la letra el material de origen, sino aquellas que los directores captan cuál es la esencia de lo que está moviendo esa historia”, puntualizó Solórzano, quien destacó que al final se trataba de otro lenguaje.
La reconocida ensayista también destacó que El Exorcista cambió la forma de realizar cine de horror, al crear nuevos paradigmas en la representación del mal.
“Había películas en los setenta que abordaban el nacimiento del Anticristo, como La Profecía, pero la primera película que habla de algo tan sinsentido como que el diablo posee a una niña es El Exorcista”, dijo.
Fernanda Solórzano resaltó que tener a una niña poseída por el diablo también significó una propuesta que impactó a la sociedad.
“Hablaba de cómo el mal no discrimina, no es siempre un castigo, sino al existir fuera de todo puede pesar sobre quien sea, incluso sobre las más inocentes. Creo que eso fue algo muy impactante para la sociedad. Incluso El Bebé de Rosemary, que también mencionó como un antecedente, es muy ambiguo en tanto que todo puede ser la percepción de la mujer embarazada y puede o no ser el Anticristo. Esto es otra cosa totalmente. En una familia ‘normal’, a la personificación de la inocencia de pronto la posee el diablo. Si algo así le puede pasar a una niña, le puede pasar a cualquiera”, concluyó Fernanda Solórzano.