Cuando a las diferentes adaptaciones que se han realizado sobre este terrible acontecimiento, de las cuales, por cierto, la primera fue una película mexicana “Supervivientes de Los Andes” (1976), les ha sido casi imposible alejarse por completo del sensacionalismo, el realizador barcelonés J. A. Bayona lo consigue en “La sociedad de la nieve” gracias la calculada conjunción de una avasalladora y estilizada espectacularidad con un realismo envolvente y devastador, aunado a la veracidad que le aporta el intenso proceso físico y emocional de los actores.
Es así que esta vez al retomar la historia del grupo de jóvenes uruguayos cuya avión se estrelló dejándolos varados durante durante 72 días en los hostiles parajes nevados de Los Andes en 1972, el también director de “El Orfanato” (2007), no se concentra solo en el drama y los actos a los que les empuja el estar perdido durante 72 días que trasgreden sus creencias y principios morales, sino en hacer patentes los cuestionamientos que surgen sobre el sentido de sobrevivir y la trascendencia de los lazos que les unían, así como los que van surgiendo durante la forzada convivencia, en contraposición con la magnificencia natural de la cordillera que mustia los abraza hasta lo que parece una muerte inevitable.
La brutal recreación del accidente es solo el punto de partida para la intensidad que captura y proyecta la cámara sumergiéndose en la intimidad de la tragedia constante en los endebles restos del avión que sirven de refugio, mientras sus irrefrenables paseos al exterior entregan planos abiertos de amenazadora y cada vez más dolorosa belleza, hilvanados con acordes de una banda sonora que sin efectismos ni excesos apunta a las entrañas del espectador.
Hay cierta indefinición en algunos personajes, y el uso de la voz en off como recurso dramático no alcanza a tener todo el peso que pretendía hacia la parte final, pero aún así el relato nunca pierde el paso hasta convertirse en la que quizás sea la versión definitiva de la tragedia.
“La sociedad de la nieve”, que aún se mantiene en algunos cines y ya está disponible en la plataforma de Netflix mientras busca la nominación a los premios Oscar, es un vehemente y estilizado testimonio sobre la fragilidad física del ser humano cuyo espíritu le lleva a sobreponerse a niveles superlativos, aún cuando el entorno le recuerda lo endeble del supuesto control que cree tener sobre él.