Madonna seguirá siendo la única Reina del Pop, así lo demostró la noche del sábado en su primer concierto del Celebration Tour en el que recorrió cuatro décadas de trayectoria, un deleite musical, de moda, de atuendos icónicos de sus grandes éxitos, tintes teatrales, y por supuesto, irreverencia, rebeldía y homenajes a quienes murieron de sida, pero también a Michael Jackson, a su mamá y a la pintora mexicana Frida Kahlo. Un viaje pop de una de las grandes leyendas que ha roto todos los esquemas y lo continúa haciendo, sólo hay que verla con un atrevido vestido acariciándose sin pudor y totalmente provocadora.
Como toda una diva, Madonna salió al escenario del Palacio de los Deportes a las 22:34 horas con 16 mil 500 almas eufóricas por ver a La Chica Material, quien apareció sobre una plataforma que giraba 360 grados con un vestuario de reina: un vaporoso kimono negro de Eyob Yohannes, un tocado en forma de halo y un diamante en el centro de la frente. La cuenta regresiva comenzó y paró en el año 1998 con “Nothing Really Matters”, inspirada en su hija, quien se convirtió en una ola creativa que motivó a la cantante en aquella época.
En este comienzo de la gran fiesta pop, los miles de fans, algunos luciendo atuendos icónicos de “Like a Virgin” y “Vogue”, gritaron con emoción, sobre todo, cuando la intérprete se quitó el kimono y lució una falda de cuadros, chamarra y top de cuero negros para llevarnos todavía más atrás, a los años 80, con “Everybody”, de su álbum debut homónimo. Se mostró rebelde y con la energía de esos tiempos de juventud.
Con esa introducción la noche estaba puesta para llevarnos por ese “paseo” en el que nos compartió sus “secretos, historias, pociones mágicas, imaginaciones y fantasías”, como lo describiría al hacer una pausa y preguntarle a sus devotos fans: “¿Están listos?, ¿están listos, cabrones?”. Pero antes de entrar de lleno a la celebración, compartió su amor por México, a través de la vida y obra de Frida Kahlo, uno de sus referentes creativos.
“Como saben, tengo una gran historia, una larga historia con México. Cuando era niña descubrí a Frida Kahlo, fui al único museo que existía en Detroit y había murales de Diego Rivera por todas partes, pero para ser sincera, me interesaba más una pequeña imagen en un rincón, de una hermosa mujer con el cabello recogido en trenzas y unos ojos intensos. Leí su historia y ella me dio esperanza, porque yo no encajaba. Me sentía como una extraña, como un bicho raro que nadie me entendía. Ella es mi alma gemela, mi musa eterna, mi madre, mi animal espiritual. Ella es todo”, dijo Madonna visiblemente conmovida antes de cantar “Burning Up”.
Después de esa emotiva pausa, en “Open Your Heart” vimos a una provocadora e impúdica Mado-nna sentada tocándose su sexo mientras era arrastrada por un bailarín, demostrando a sus 65 años que su talento en el arte de bailar perdura, pues bastó verla luego caminando entre unas sillas y derrochando sensualidad, porque si algo nos ha enseñado también con el paso del tiempo, es que sin importar su edad, una mujer también puede sentirse y verse sexy.
Como saben, tengo una gran historia, una larga historia, con México. Cuando era niña descubrí a Frida Kahlo, fui al único museo que existía en Detroit y había murales de Diego Rivera por todas partes, pero para ser sincera, me interesaba más una pequeña imagen en un rincón, de una hermosa mujer con el cabello recogido en trenzasMadonna<br>Cantante
La noche siguió con “Holiday”, éxito ochentero que incendió los clubes de baile de Estados Unidos, pero ahora contagió y llenó de fiesta el Domo de Cobre, en cuyo escenario bajó una enorme bola plateada que recordaba a la época disco. Y, como si se tratara de una obra teatral, las risas y felicidad se transformaron en tristeza: Madonna llorando por la muerte de una persona como preámbulo de “Live to Tell”, tema con el que rindió homenaje a quienes murieron de sida, entre ellos Freddie Mercury y su amigo Martin Burgoyne. La cantante subió a una plataforma cuadrada que recorrió la pista del palacio, mientras se proyectaban imágenes de los fallecidos.
Tras ese conmovedor momento, que recordó los aciagos años 80 cuando la pandemia de sida cortó la vida de toda una generación, Madonna cantó “Like a Prayer” y volvió a sorprender apareciendo en una plataforma circular sobre el escenario, donde bailarines que emulaban a Cristo ejecutaban una coreografía, que recordaba a propuestas de danza contemporánea. Hubo claras referencias religiosas como las que plasmó en el disco homónimo de este tema, considerado en su momento, el “trabajo más serio, introspectivo y honesto” de la artista.
Después, el viaje de Madonna nos llevó a “Justify My Love”, en la que aparecieron dos cuadriláteros con la cantante enfundada en bata que suelen usar los boxeadores y había bailarines con shorts y guantes plateados. Al final se despojó de esa prenda para quedar sólo en un vestido de seda rojo con negro y volver a demostrarnos su irreverencia al ser acariciada de manera muy sugerente por una de sus bailarinas.
La velada, que fluía como una gran puesta teatral, continuó con “Hung Up”, uno de sus grandes éxitos de principios de los años 2000. La Reina del Pop volvió a incendiar el Domo de Cobre y puso a bailar a sus fanáticos. En la pantalla apareció Tokischa y la presentación cerró con un beso apasionado que Mado-nna le dio a una de sus bailarinas.
Sin duda, otro momento estelar del show fue cuando sonó “Vogue”, con la que dio cátedra de estilo y amplia cultura de la moda con bailarines luciendo sofisticados atuendos y caminando como en una pasarela de la alta costura. La estrella elevó esa presentación al recrear un auténtico concurso de voguing con Guillermo Rodríguez, conocido por su participación en el popular programa Jimmy Kimmel Live! y primer invitado de la gira en México. Los gritos, aplausos y calificaciones de ambos no se hicieron esperar durante el número, ni las referencias de la lucha de la comunidad LGBT+, a partir de imágenes en las que se apreciaban redadas en Estados Unidos.
Para “Don’t Tell Me”, la intérprete dio un giro diferente, apareció con un sombrero, botas vaqueras, un corsé de cuero y chamarra muy al estilo Oeste; y en “Mother and Father” rindió un emotivo homenaje a su madre, cuya imagen apareció en las pantallas.
La Reina del Pop también incluyó un fragmento de otro de sus épicos temas, “La Isla Bonita”, que destacó por la aparición de dos músicos sobre una plataforma cuadrada sobre la pista, un violonchelista y un guitarrista, este último, por cierto, David Banda Mwale Ciccone Ritchie, hijo de la vocalista.
Ya casi al final del show, Madonna ofreció una espectacular presentación, entre futurista y retro, ella sobre un cubo que proyectaba imágenes en un ambiente como de otro mundo, y después subiendo a una plataforma cuadrada para bailar con energía cantando “Ray of Light”, mientras láseres se proyectaban.
Para rendir tributo al Rey del Pop, Michael Jackson, se proyectaron imágenes donde aparecen siluetas del artista y Madonna, primero cantando y bailando “Billie Jean” y luego “Like a Virgin”, provocando los gritos de los eufóricos asistentes, cumplió uno de los grandes sueños de quienes han sido fans de ambos.
Tras dos horas de concierto, a las 12:40 de la madrugada, “Bitch I’m Madonna” fue una oda a la carrera de la inigualable Reina del Pop, aparecieron diversas bailarinas con atuendos de época de la artista, desde “Like a Virgin”, pasando por “Vogue”.
El espectáculo cerró con “Celebration”, emulando una gran fiesta en la que La Chica Material vino a demostrar por qué nadie le ha podido arrebatar la corona, pero también festejar 40 años de libertad creativa, de ir a contracorriente y sumarse a luchas como la de la comunidad LGBT+.