La saga de “Mad Max” está más viva que nunca, pues aunque no alcanza a superar lo que fue en términos generales su predecesora, y evidencia algunos problemas de verosimilitud en la forma en que pasan los tiempos dentro de la ficción, como por ejemplo la rapidez con la que sanan algunas heridas o se construye cierto artefacto distintivo de la protagonista en contraste con la supuesta duración del resto de las acciones que suceden en simultáneo; “Furiosa” ruge con dignidad entre la sangre y los motores.
Aquí vuelven a dejar sin aliento las visiones donde la amplitud de planos se ríe de lo insignificante que lucen a la distancia los recorridos en el desierto de los vehículos, y el cómo luego el ojo de la cámara se cuelga abajo y a los costados de los mismos, dando forma así a elaboradas y trepidantes secuencias con perspectivas imposibles de calculadas acciones en toma y daca, para en su momento salir de ellos e impávido verles avanzar mientras se diluyen polvorientos en sus acostumbradas transiciones impregnadas de inquietud y zozobra.
Cierto es que la intensidad tropieza con lo reiterativo y a veces innecesario de algunas explicaciones, además de que se ve disminuida la carga de humanidad recalcitrante que le otorgaba al espectacular circo sobre ruedas el que el CGI no se pusiera tan por encima de los efectos prácticos, yendo a contracorriente de los excesos digitales de la industria. Sin embargo, George Miller lo compensa dejando que sobre el descarnado lienzo de western distópico sigan siendo los silencios desesperanzados y crueles los que den la contundencia a la exposición sobre la resiliencia ante los instintos primarios atropellando la condición humana, en correspondencia con el tono del concepto que ha venido trabajando desde aquella primera entrega de 1979, y que con “Furia en la Carretera” (2015) llevó al punto máximo de su extravagancia equilibrada con el dramatismo increíblemente vertiginoso.
Anya Tylor-Joy por su parte quizás no posee la poderosa presencia física de Charlize Theron, pero no desmerece al proyectar sacrificio, y mucho menos al delinear el proceso emocional requerido por la historia de origen de esta antihéroina genuinamente acorde a los modelos de personaje femenino que exige el entretenimiento de nuestra época, amén de que su enigmática mirada le otorga una seductora e inquietante profundidad a la resignación implícita en la supervivencia.
Se debe destacar por supuesto que el manejo de las relaciones entre los antagonistas sabe tomar carrera y escapar cuando está a punto de caer en los lugares comunes, además de que el regreso de algunos personajes le otorga autenticidad como precuela, y el consabido cameo entra con naturalidad para hacer las delicias de los fans.
Así entonces, “Furiosa: de la saga Mad Max” ya no resulta tan subversiva y sorprendente en cuestiones técnicas, pero mantiene el nivel de octanaje como entretenimiento, lo mismo que su brutal vínculo con las ansiedades de la sociedad moderna que le convierten en un blockbuster inteligente como pocos.