Clase magistral en el FICG

Álex de la Iglesia: El mundo en el que me movía no era divertido

“En el caos hay algo de coherencia, la fascinación por el ridículo es algo que me encanta”, afirma el reconocido cineasta; entre sus películas se encuentra El día de la bestia

Álex de la Iglesia, en el Festival de Cine de Guadalajara. Foto: FICG

En Guadalajara, Jalisco

Álex de la Iglesia, director de El día de la bestia, Los crímenes de Oxford y Acción mutante, señaló que “el mundo en el que me movía no era muy divertido”, por lo que en su filmografía se propuso hacer algo diferente.

“Quizá todo eso hizo que me apeteciera bastante utilizar el cine como una vía de escape, creo que hay gente que cuando cuenta una historia quiere ayudar a alguien o quiere proteger a alguien con ella y otros sencillamente queremos inventarnos algo que mantenga despierto a quien lo vea”, dijo en la conferencia magistral que impartió en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

Destacó que desde el principio de su carrera se le permitió hacer lo que quiso, porque tomó desprevenidos a todos con sus propuestas. “Estoy convencido de que cuando empecé a hacer cine ése fue un momento de despiste y pude hacerlo, hice cosas que pillaron desprevenida a la gente y en una primera instancia me permitieron seguir trabajando”, apuntó.

Álex de la Iglesia compartió que siempre se interesó por personajes que no se ven comúnmente.

“Me gusta que los intérpretes de esa historia sean personajes que no solemos ver tan comúnmente y que sus frases en una situación muy demente o muy ridícula o apasionante, sean una reacción que no te esperas, me gusta utilizar siempre el contraste y la contradicción como elemento narrativo porque creo que esto es necesario para que la historia se sostenga y para que haya una estructura en el relato que te haga seguir adelante, también me gusta darle voz a monstruos o a locos o a gente que no debería estar ahí, igual me gusta colocar a una persona tremendamente normal en una situación imposible”, compartió mientras hablaba de su peculiar estilo.

Confesó que cuando inició pensó que sería imposible dedicarse al cine.

“Al inicio me decían que eso no pasaría, además de que cuando empecé en los años 90 no había celulares y no había cámaras baratas, hacer cine profesional era complicado, era muy caro, aparte yo no conocía a nadie en el medio del cine, ya que vengo de una familia muy humilde de profesores en la que no teníamos una cámara y no sabíamos lo que era aquello de hacer cine”, expresó.

Sin dinero para pagar una película y sólo una cámara se puso a rodar. “No fue en absoluto fácil, entonces cuando ya rompes esa barrera y de pronto te das cuenta de que al fin estás haciendo cine ya quieres hacer lo máximo y yo sólo quería hacer la fantasía más demente, lo que me decían muchos que sería imposible; yo simplemente quería contar una historia divertidísima y terrorífica, al mismo tiempo con efectos especiales y al mismo tiempo romántica, y por último con un pequeño deseo de explicar cómo veía yo el mundo”, abundó.

“Si yo hago una cinta tiene que ser más grande que la vida, hacer una película que sencillamente refleje la vida es algo que no me interesa, como autor no me parece generoso para el público que vea algo que no sea entretenido porque siento que es como hacer una fiesta en la que la música sean sólo baladas”, contó sobre lo que busca al momento de crear una historia.