En León, Guanajuato
“He sido muy brutal con mi filmografía, pero ahora soy un poco más tierno, aunque no me entusiasman como las películas que he visto, citando a Borges, que se enorgullecía de los libros que había leído y uno de los que había escrito, yo considero lo mismo, me enorgullezco de haber visto las películas que vi, que me inspiraron, que me determinaron, que me dieron ojos, que me dieron corazón, a las que yo he hecho, que son muy modestísimas”, se sinceró el célebre cineasta mexicano Arturo Ripstein, quien ha dirigido filmes como El castillo de la pureza y El lugar sin límites, que forman parte importante de la historia de la cinamatografía nacional.
Arturo Ripstein, la mítica figura del séptimo arte mexicano, en entrevista con La Razón muestra una versión muy humana, entre lágrimas, sonrisas, anécdotas y bromas. Todo ello, sin dejar del todo su versión autocrítica y tornadiza. Una gran coincidencia con el tema del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) edición 27°, Humano, que invita a reflexionar sobre el rol que juega nuestra sociedad en el cine.
El cineasta, a sus 80 años y con una carrera de 59, sólo tiene algo en mente por ahora: remasterizar sus filmes. Sabe que se requieren financiamientos importantes, pero, desea lograrlo, pues cree que la tecnología se gasta y es necesario renovarla.
“Trato de remasterizar mis películas, las más que pueda para ver cómo las hice, cómo las terminé, quiero volverlas a mirar, ver cómo son, ver qué pasó, ya tener una distancia que no te involucra, porque el cine es muy obsesivo, uno hace una película y ésta se te queda en la cabeza dando vueltas furibundamente y la única forma de quitarte de encima eso es haciendo otra, si uno va tras más películas es para olvidarse de la que ya hizo”, compartió Ripstein, para quien la labor de remasterización es compleja.
“Es difícil de financiar, toma mucho tiempo, no hay los instrumentos necesarios, entonces hay que hacer cola para que empiecen a trabajar tu película”, añadió el también director de la cinta Profundo carmesí.
Me enorgullezco de haber visto las películas que vi, que me inspiraron, que me determinaron, que me dieron ojos, que me dieron corazón, a las que yo he hecho, que son muy modestísimasArturo Ripstein, Cineasta
Ripstein con 34 cintas en su trayectoria, en las cuales ha explorado desde temas como la familia, la venganza, la homosexualidad, el incesto o la sexualidad en las personas mayores, pese a contar con esta prolífica carrera dice que sí se considera un referente, pero no una fuente de inspiración, lo cual contrasta con una camada de realizadores mexicanos para quienes el veterano cineasta sí lo ha sido.
“Soy un referente porque formo parte de la historia del cine. Formo parte de una industria cinematográfica que tiene ya un montón de años.
Referente en las épocas en las que a mí me tocó estar, a ese momento, a ese estilo de producción. Esa manera de concebir el cine y la realidad, nada más eso”, comentó Arturo Ripstein, quien llegó al cine motivado por la filmografía de Luis Buñuel, cuyo estilo contrastaba con el de su padre Alfredo Ripstein.
“Buñuel me obsequió la noción de que había otro camino distinto [...] de pronto me brincó algo en la panza y dije ‘yo quiero ir por ese camino’. Y lo he intentado. No lo he logrado, pero por lo menos no morí en el intento”, recordó.
Confirmando que la revolución tecnológica no le asusta ni asustó, rememoró haber sido “el primer cineasta en América Latina que hizo una película digital. Entonces yo soy gadlletero y me gustan esas cosas. De pronto tengo conmigo dronecitos y unas camaritas pequeñas en las que me gusta jugar y para adelante”.
Sobre su edad, compartió con buen humor “siempre me siento viejo. Tengo 80 años, es suficiente como para decir hasta aquí voy llegando, entonces estar viejo es una enfermedad. No se enferma uno, es una enfermedad. Es difícil, es muy duro. Alguna vez oí que alguien decía que es muy feo llegar a viejo, pero es más feo no llegar”.