Es difícil definir “Beetlejuice 2”, esta secuela de la película perpetrada en 1988 por el célebre Tim Burton —“El gran pez” (2003), “El cadáver de la novia” (2005)—, quien aquí vuelve a hacerse cargo de la dirección; de otro forma que no sea como la de una serie de ocurrencias sobre un guion apenas bosquejado, que no por ello dejan de ser bastante entretenidas y algunas de ellas hasta ingeniosas.
Desde un principio, en esta trama sobre cómo nuestra vieja conocida Lidia Deetz, interpretada por Winona Rider —“Inocencia interrumpida” (1999), “Stranger Things” (Serie)—, hoy convertida en presentadora de un programa de televisión y madre de una chica con la que lleva una pésima relación, papel a cargo de Jenna Ortega —“Scream 6” (2023), “Merlina” (Serie)—, una vez más se verá las caras con el irreverente y tramposo “exorcista de los vivos” Beetlejuice; es claro el desperdicio de posibilidades que pudieron darle algo de consistencia a la comedia.
Por ejemplo, está el choque generacional entre la otrora niña gótica protagonista hoy ya una adulta por completo adjuntada al sistema, y la adolescente miembro de una generación cuyos gustos por la rareza han dado paso a los afanes ambientalistas, o la burla a lo sobrenatural como negocio y al snobismo del arte, que en contraste con un ser de vulgar cinismo y amoralidad, ya se tocaba desde la película predecesora. Y no se diga como tras su efectiva presentación, en un parpadeo echan a la basura a quien se revela como el gran antagonista.
Mismo destino es el que sufre el personaje de Monica Bellucci —“Irreversible” (2002), “La Pasión de Cristo” (2004)— cuya inclusión sacada de la manga es claro que obedece más a un capricho, dada la relación que tiene con ella el también responsable de “El joven manos de tijera” (1990); con la diferencia de que la amenaza que supuestamente representa se alarga durante prácticamente todo el relato solo para terminar siendo nada.
Claro, hay que reconocer que al menos su participación sirve de pretexto para un pasaje en blanco y negro doblado al italiano que se convierte en un más que disfrutable y disparatado homenaje a la figura de culto del género del terror, Mario Bava —“La Máscara del Demonio” (1960), la cual forma parte de la serie de llamativas secuencias que en conjunto nunca logran cuajar como película, pero que por si mismas funcionan y resultan bastante divertidas.
Entre ellas tenemos las que marcan el regreso de la actriz Catherine O'Hara —“El negocio del dolor” (2023)— encarnando a Delia Deetz, quien a pesar de que sus cuestionables acciones que son clave para la confrontación final pasan de largo y sin consecuencias en la relación con su hijastra, da pie para algunas simpáticas ironías y reforzar el protagonismo femenino; también están las que consolidan a “el cabeza reducida” Bob y compañía como entrañables secundarios, cuyo destino ni siquiera se preocupan en darle cierre; amén de las que corresponden al policía encarnado por Willem Dafoe —“El callejón de las almas perdidas” (2021), “Pobres criaturas” (2023)—, que dan pie a una curiosa sátira del cliché del actor y del rol de detective.
Se agradece también la reivindicación del uso de efectos prácticos y que, aunque la aventura se desarrolle en la actualidad, el look del burocrático “No Mundo” o “Más allá” se mantenga análogo y anacrónico, encontrando así una conexión directa con el universo presentado por la obra original, cuyo agregado en el título en español por cierto fue “El Superfantasma”.
Así entonces, “Beetlejuice, Beetlejuice” no es el gran regreso de la emblemática franquicia de finales de los 80 y 90 —recodemos que también tuvo una estupenda serie animada— ni mucho menos, y se queda lejos del “Beetlejuice” de 1988, pero si es un divertido reencuentro con queridos personajes y con las fascinantes extravagancias del realizador que en su momento fue parteaguas del cine de entretenimiento.