Dos largometrajes y un puñado de cortos le bastaron a la saga de “Terrifier”, mezcla de horror y comedia, para ganarse un lugar en el gusto del público aficionado al gore, consolidar a su salvaje payaso protagonista como la nueva gran estrella del slasher y tener carta libre para en las subsecuentes secuelas hacer prácticamente lo que se les antoje. Algo que para esta tercera entrega, ya contando además con un mayor presupuesto, hacen válida aunque sin entenderlo de la mejor manera, lo cual no quiere decir necesariamente que sea una película aburrida ni mucho menos.
El asunto es que en la búsqueda de volver a llamar la atención escandalizando a los sectores conservadores y buscar la taquilla, dicha libertad creativa la utilizan solo para ampliar el rango de edad de las víctimas que ahora no solo incluye a adolescentes y adultos —pese a que en sus inicios ya había algo de ello—, e ir más allá en la brutalidad de los asesinatos, lo cual ya se esperaba y por supuesto en ese sentido dejará satisfechos a todos aquellos que están ávidos de mayores cantidades de fluidos vitales regados en pantalla.
Sin embargo el retorcido y sádico ingenio que caracterizaba la ejecución de los mismos aquí disminuye considerablemente, apostando incluso por un par de fugaces y desangelados homenajes a películas como “El Resplandor” (1980) y “Psicosis” (1960) que terminan por convertirse en innecesarios lugares comunes, amén de que es intermitente el uso del recurso de las apariciones de los muertos que, al estilo “Un Hombre lobo Americano en Londres” (1981), atormentan a la “final girl” alrededor de la cual se va tejiendo la trama.
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Agreguemos además que, tras una prometedora primera secuencia de sólido desarrollo ubicando el contexto navideño, y aquella otra mostrándonos la espeluznante forma del regreso de un otrora decapitado Art “the Clown”; se hacen planteamientos con respecto a la relación de este y la entidad demoníaca que le acompaña, que luego no tienen correspondencia —hablar aquí de congruencia ya sería una necedad— y le reducen a un al rol de mero instrumento de muerte, por no decir un “achichincle”.
Afortunadamente en los previos a cada una de las carnicerías, su creador el director Demien Leone —“Frankenstein vs. The Mummy” (2015)— sí que sabe aprovechar la gestual y corporalidad de su naturaleza de humorista silente del sanguinario “Clown”, entregando disparatadas escenas que establecen una morbosa complicidad con el espectador para, con toda alevosía y ventaja, ir retorciendo la caricaturesca ingenuidad del chiste hasta culminar en las acostumbradas torturas y desmembramientos.
Es ahí, y no en los excesos, donde irónicamente la película encuentra su mayor acierto, e incluso puede llegar a perdonarse el que a uno de los personajes importantes le otorguen una muerte anodina, pero aún así “Terrifier 3”, que sin duda aún tiene el nivel para ser uno de los grandes eventos dentro de Mórbido, festival de cine de terror del que hoy forma parte; pone en evidencia a una franquicia necesitada de un enfoque refrescante, y no ese par de secuelas ya anunciadas que según parece solo habrán de acentuar el desgaste que ya de por sí comienza a lucir el concepto.