El mito construido a través de los cómics y el cine se desgrana en este documental que se pudo ver en el pasado Festival de Cine de Morelia, para dar fe de que el hombre detrás del mismo puede ser aún más grande, y en este caso además refrendar la célebre “S” en él escudo del personaje que como nadie encarnara, la cual según nos dice la ficción a la que pertenece, en idioma kriptoniano significa Esperanza.
Y es que si a algo decidió aferrarse el actor norteamericano Chistopher Reeve tras sufrir el accidente ecuestre que lo dejara en silla de ruedas y dramáticamente truncara su carrera en la pantalla grande, fue a la idea de que resistiría y de algún modo podría volver a caminar.
Es en ese punto precisamente de donde parte esta producción para, tras establecer la trascendencia de su encarnación como “El Hombre de Acero”, plantearse como una especie de retrospectiva motivada por el estado crítico del protagonista, y que al igual que en la saga fílmica que le hiciera famoso, vuele entre los recuerdos mostrándonos sus tiempos como actor de teatro y la génesis de la entrañable amistad que mantuvo hasta el último de sus días con el ya también tristemente fallecido Robin Williams, el momento en que recibe el llamado de Hollywood, la relación con otros de sus amigos y colegas como Susan Sarandon, Whoopi Goldberg y Glen Close, así como con sus hijos, y su primera y segunda esposa, quienes le apoyarían incondicionales en el camino de convertirse en el poderoso activista en favor de aquellos que en su misma condición enfrentan un mundo que sigue sin estar diseñado para que quepamos todos, y que aún no tiene conciencia de lo insuficientes que son los recursos que se destinan a atender sus necesidades y el desarrollo de tratamientos que puedan ayudarles.
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Para ello los directores Ian Bonhôte y Peter Ettedgui hacen valer el tener a su disposición una enorme cantidad tanto de grabaciones caseras, como del material de archivo, incluyendo reportajes, participaciones en programas de televisión, ceremonias de premiación y escenas de sus filmes, de las cuales algunas incluso sirven para ilustrar sus momentos de angustia y crisis médica en los hospitales, amén por supuesto de reforzarlo todo con una enorme cantidad de entrevistas nuevas a los involucrados.
Es cierto que en este recuento se extrañan algunas referencias a sus últimas apariciones como aquella de la serie de “Smallville” donde vuelve a compartir cuadro con Margot Kidder (su eterna Lois Lane), además de que no se trata de una producción realmente propositiva y mucho menos arriesgada en su formato, pero si tiene los lineamientos claros y los sustenta desarrollándose con total conocimiento de causa y respeto evitando dejarse llevar por la mera manipulación.
Se trata de un digno, cariñoso y emotivo retrato y tributo a quien aún antes de su accidente por méritos propios se convirtió el único y verdadero Supermán del cine, por que no hay una retrospectiva de la historia de Hollywood que no incluya la secuencia donde vestido de rojo y azul se eleva hacia las estrellas sonriendo a la cámara, con el planeta tierra de fondo y acompañado por la emblemática música de John Williams.
Pero hay algo más, “Super/Man: la historia de Christopher Reeve” que es traído a la cartelera comercial por el sello Cinepolis más que Cine, da un contundente testimonio de cómo la persona de carne y hueso sumergida frente a la tragedia se puso a la altura del concepto del Superhéroe, ese que surgió a principios del siglo pasado como una proyección del modelo de estatura moral y física al cual aspiraba el ser humano. Porque, sin duda, Christopher en ese sentido fue mucho, pero mucho más que Super.