Las disertaciones con respecto a la fe y los procesos religiosos equiparados con las estrategias propagandísticas, comerciales y de manipulación, las cuales en “Hereje” detonan a partir de la llegada de un par de chicas misioneras a la casa de un hombre con muy particulares intenciones detrás de su supuesto interés en hablar de Dios; no solo le otorgan un más que llamativo enfoque a la fórmula del thriller, provocando la estilización con pretensiones intelectuales de las conversaciones y por supuesto la consecuente identificación con alguna de las posturas, sino que engrasa y pone a punto los engranes fundamentales de su mecanismo.
La claridad y agudeza de los argumentos que se exponen entre la incómoda y acosadora amabilidad que proyectan por razones opuestas los personajes, es lo que genera el desconcierto en las situaciones para que a pesar de saber que el ataque habrá de llegar invariablemente, la tensión que se va estirando de a poco provenga de dos preguntas que resuenan cada vez con más fuerza en la cabeza del espectador: ¿Como es que sucederá? y ¿En que momento?
Por otro lado así como algunas metáfora apuntan a cierta profundidad, dígase la de un insecto alado por ejemplo, en contraste las referencias a la cultura pop convertidas en paralelismos teológicos coquetean descaradamente con el humor y el sarcasmo para salpicar de sorna el retorcido espíritu del juego de “El Gato y el ratón” que, sin que el relato pierda la consistencia en el ritmo y el desarrollo, pasa de lo mental y lo discursivo a lo espacial y físico, con todo y las respectivas dosis de fluidos y podredumbre entre las tradicionales y espeluznantes puertas, sótanos y habitaciones carcomidas por la oscuridad.
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Es de reconocerse que la película no abusa de los sobresaltos, y cuando estos llegan están calculados, no son meros efectismos y tienen una intención dentro de la truculenta trama, la cual desafortunadamente hacia la parte final no logra sortear por completo lo inverosímil dentro de su propia ficción, debido al afán de dejar en el aire las preguntas a cerca de los milagros y el poder de la oración.
“Hereje”, de Scott Beck -"65: Al borde de la extinción"- y Bryan Woods -Un lugar en silencio: Día uno (2024)-, quienes además se hacen cargo del guión; es una interesante y muy entretenida propuesta que obedece al sello inusual de los estudios A24 y cumple con la intensidad que exige el género al que de paso le otorga una muy inquietante bocanada de aire fresco. Todo mientras llena la pantalla con la cínica sonrisa de un Hugh Grant -“Luna Amarga” (1992), “El Diario de Bridget Jones” (2001)- que a estas alturas de su vida, y ya sin miedo a ser permisivo consigo mismo, ha encontrado de los mejores momentos de su carrera.