Flow, producción independiente venida desde Letonia y coproducida con Francia y Bélgica, no sólo sorprende por su deslumbrante propuesta visual que, con un estilo pictórico y sin trazos delineando las figuras, enriquece las técnicas digitales para evitar los convencionalismos y las fórmulas de las producciones animadas presentadas por los grandes estudios, sino que ésta es directamente proporcional a lo profundo de la reflexión sobre la empatía y la convivencia, la cual nos plantea a través de una trama que sigue los pasos de un expresivo felino y otros animalitos que transitan por un mundo donde las personas parecen haber desaparecido, a los que además no necesita humanizar poniéndolos a cantar o bailar —bueno ni siquiera tienen que hablar—, para despertar intensos y muy diversos sentimientos en el espectador.
A esto se une un entorno de naturaleza brillante abrazando las ruinas de civilizaciones indefinidas, tan bello como inquietante y amenazador, siempre vivo y en movimiento con el agua como otro protagonista, y el misterio de melancólico espíritu post apocalíptico flotando a plena luz entre los objetos y los escenarios abandonados, con el instinto de sobrevivir desembocando en simbólicas secuencias sobre la existencia.
Flow, dirigida por el cineasta letón Gints Zilbalodis —Oasis (2017), Away (2019)—, es sugestiva y cautivadora tanto en forma como en planteamientos, pero además es sumamente digerible para los niños y adultos debido a su encantadora universalidad basada en la simpleza de las acciones y lo genuino de los impulsos que hay tras ellas. Es un verdadero triunfo no solo en el campo de la animación, sino del cine en general, de las mejores películas de 2024 y digna protagonista de la temporada de premios, no por nada ya se llevó el Globo de Oro imponiéndose con toda justicia a la también estupenda Wild Robot de Dreamworks y a la taquillera Intensamente 2 de Pixar. Una vez más Cine Canibal acierta al distribuirla en la cartelera mexicana.