La directora Alejandra Márquez Abella considera que se liberó de sus heridas patriarcales con su serie La liberación, en la que une el medievo y la época actual para exponer las distintas luchas que han perseguido las mujeres, pero también pone sobre la mesa ese viaje interior que hace cada mujer para quitarse las cadenas de un sistema que las ha oprimido.
“Soy huérfana de madre desde que tengo nueve años. Quizás ahora, después de haber hecho La liberación, he tenido que inventarme, reconocer que quizás he cumplido con ciertos mandatos patriarcales, pero he tratado de cumplirlos desde una cosa muy personal, desde la forma en que a mí me parece bien vivir la maternidad, el matrimonio o el divorcio. He tratado de resistir y en ese sentido me reconozco como bruja. Quizás es algo que hice de manera muy inconsciente en mi vida, pero ahora, después de haber hecho la serie, se volvió una cosa que tiene más forma, que entendí mejor”, dijo a La Razón Alejandra Márquez Abella.
En la serie, que llegará a Amazon Prime el 17 de enero, la directora de Las niñas bien vuelve a reunir a parte del elenco de aquella cinta: Ilse Salas, Cassandra Ciangherotti y Johanna Murillo.
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Con esa complicidad que han forjado durante años, la directora y las actrices presentan una historia que está llena de simbolismos: desde las brujas del medievo, el significado del aquelarre en la época antigua y en la actualidad, la necesidad de formar espacios un tanto secretos para combatir al sistema patriarcal y la Iglesia católica como una institución sumamente inequitativa. Pero también vivencias que las mujeres experimentan en su cotidianidad: la visita al ginecólogo o manifestar diversas emociones a causa del síndrome premenstrual.
“Me eché La bruja, de Jules Michelet, que justo habla del origen del mito de la bruja. Lo que dice me fascina, refiere que la bruja viene de la miseria medieval. Lo que provoca esta miseria es que la relega a la marginalidad para poder sobrevivir, ahí puede ser completamente libre. Entonces, para mí, una bruja es quien no está en el centro, está en la marginalidad, en la resistencia o en el espacio más incómodo posible, pero que es libre. No es bonito ser bruja, viene de un sufrimiento, de un querer contestarle al sistema, pero también es un poco una transformación. Sí siento que hay algo que se vuelve mágico”, explicó.
En La liberación, Carmen y Sara (Ilse Salas), Natalia (Cassandra Ciangherotti) y Sol (Johana Murillo) hacen un viaje a su interior y a sus propias heridas patriarcales, cuando se ven implicadas de manera indirecta en un caso de #MeToo, pues un reconocido director de cine va a ser acusado de violación de manera pública por una actriz, por lo que ellas decidirán si lo defienden o no.
“En la serie, lo que es importante es que, a partir de esta anécdota fútil, de si ayudas a un cuate a que lo acusen o no de un #MeToo, se encuentran con una comunidad y se reconocen ellas a sí mismas, pueden ver qué les duele, cuándo les dolió, por qué les dolió.
“El pretexto que las unió se vuelve un camino que tienen que recorrer juntas hacia la liberación”, comentó la directora de esta serie en la que está presente el humor negro y referencias hasta a la nota roja.