Show en el Auditorio Nacional

Fito Páez, un explosivo amor a México

El cantante argentino rockea y entrega un recorrido por los temas fundamentales de su trayectoria; canta “Cadáver exquisito”, que pocas veces se disfruta en vivo

Fito Páez, la noche de ayer en el Coloso de Reforma.
Fito Páez, la noche de ayer en el Coloso de Reforma. Foto: Carlos Mora

Fito Páez, uno de los íconos del rock de Argentina, vino a ofrecer su corazón de nuevo en la Ciudad de México y por un motivo importante: celebrar 30 años de uno de sus discos cruciales, El amor después del amor con un espectáculo íntimo y explosivo de principio a fin, la noche de ayer en el Auditorio Nacional.

El esperado concierto comenzó cuando una pantalla iluminada de rojo anunció el inicio del show. En cuanto empezaron los primeros acordes de ”El amor después del amor” vinieron los gritos, los aplausos y la emoción desbordada por ver al cantante argentino.

Cuando se vio la frase en letras rojas “El amor, 30 años después del amor”, Fito Páez apareció en el escenario con un traje gris, camisa de rayas y lentes negros. Enseguida el público se le rindió y el compositor y vocalista soltó: “¡Qué hermosura volver al Auditorio! Va a ser largo el concierto, ahorren la energía, que la van a necesitar”. Sin embargo, él no se guardó nada y desde el primer momento se entregó y cantó como en sus años de juventud.

El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista.
El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista. ı Foto: Carlos Mora

El concierto fue con un setlist enfocado en entregar momentos nostálgicos y contemplativos, pero también espacios para un explosivo rock. A diferencia del espectáculo que ofreció en el Zócalo el sábado pasado, la primera parte fue con temas que invitaban a admirarlo, pero sin una energía desbordada, entrando con cautela al universo de Rodolfo.

Uno de esos momentos íntimos fue cuando se sentó para tocar el piano e interpretar “Dos días en la vida”, que destacó por los arreglos de trompeta y saxofón, mientras Fito Páez dirigía como si fuera un director de orquesta.

Igual en el piano, regaló después una emotiva versión de “La Verónica”, que después dio paso a un energético Fito Páez con “Tráfico de Katmandú”.

El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista.
El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista. ı Foto: Carlos Mora

Y ya entonados, vino un homenaje a uno de los músicos y compositores más importantes de Argentina y Latinoamérica, Luis Alberto Spinetta. “Muy cerquita de mi casa nació y vivió una persona exótica, delirante, que nunca se dejó avasallar, que nos dejó un legado infinito de amor estético. Quiero dedicar esta canción a Luis Alberto Spinetta”, dijo antes de hacernos erizar la piel con “Pétalo de sal”, con Fito Páez en el piano como protagonista y apenas una tenue iluminación azul.

En el show también incluyó “Un vestido y un amor”, con la que apareció la bandera de su país natal, Argentina. Destacaron las trompetas, el piano y teclados, y claro, la poderosa voz de Rodolfo. Fue uno de los temas más celebrados y aplaudidos.

“Me ponen loco, porque soy repudoroso, estoy reconcentrado en la música”, dijo, pero los gritos no cesaban y entonces expresó con pudor: ”¡Ay, me voy!”, pero eso sólo animó a que lo siguieran ovacionando, por lo que dijo: “No sé si alguien se merece tanto amor”.

El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista.
El cantante estuvo acompañado por músicos y una corista. ı Foto: Carlos Mora

Fito Páez también quiso rendirle homenaje a la música de América y compartió que en su casa escuchaba a Mercedes Sosa, Frank Sinatra, Armando Manzanero y Chabuca Granda. “Pertenecemos a un continente donde hay muchas cosas en común, hay que decirlo, la música es una de ellas… Todo esto para decir que voy a tocar uno de los temas más lindos ‘Detrás del muro de los lamentos’”, con el cual evocó algunos ritmos latinoamericanos, que contrastaron con la versión de “La balada de donna Elena”, la cual destacó por unos arreglos más cercanos al blues.

Con la complicidad de un amor mutuo entre sus fans y él, Fito Páez pidió: “Acá se prenden los teléfonos y alumbramos”. Todos encendieron sus lámparas para cantar “Brillante sobre el Mic”. Y con “A rodar mi vida” las playeras se ondearon. Fito Páez sonreía feliz por ese momento compartido.

Para la recta final se guardó los temas que emocionarían aún más: “11 y 6”, “Circo Beat” y “Al lado del camino”, con el que agradeció el silencio para dejar que la música llegara a los corazones. Además de “Ciudad de pobres corazones”, con la que se puso una máscara de calavera, que luego aventó al público; y las pocas veces escuchada en vivo “Cadáver exquisito”, que fue un deleite.

Todavía al cierre de esta edición faltaban “Dar es dar”, “Mariposa Teknicolor” y “Y dale alegría a mi corazón”, para sellar este amor incondicional que Fito Páez entregó esta noche a sus fans.