Tuvieron que pasar 36 años para que finalmente Pavement se presentara en México. En el inter, la banda se separó, sucedió la carrera en solitario de Stephen Malkmus, y se volvió a reunir. Y lo que parecía imposible ocurrió gracias al Hipnosis.
Cuando Pavement anunció su regreso, pocas ciudades fueron las afortunadas. una pequeñísima gira dejaba al chilango fuera de ese milagro. Pero andamos de suerte, no sólo nos libramos del 3I/Atlas, si no que Pavement, banda mítica de los noventa, fue una de las cartas fuertes del Hipnosis. Si alguien era capaz de lograrlo eran ellos.
Miles, cientos de fans, que pensaron que jamás los verían en vivo, vieron su sueño cumplido. Un ajuste de cuentas que va a cambiarle la vida. A muchos adolescentes que durante su juventud vibraron al ritmo de clásicos como “Brighten the corner”.
Si bien la primera jornada del Hipnosis estuvo sobrepoblada de chavitos disfrazados y con la cara pintada, para la noche los veteranos colmaron el escenario derecho para ver a sus héroes, quienes para nada lucieron cansados.
A las 9:20, la banda salió al escenario para desconcertar a todo el mundo. Parecía una especie de broma, si algo ha distinguido a Pavement desde sus inicios es que se trata de una banda sumamente juguetona, una rola que comenzaba a sonar bajo para incrementar su sonido lentamente, que por un azar chocarrero se juntó con una falla del audio.
El público comenzó a protestar, pero para estos veteranos del pánico, nada es un problema, Bob Mastanovich, pandero en mano comenzó a incitar a la audiencia para que la rechifla sobre el ingeniero de sonido no menguara.
Y entonces todo se corrigió y Pavement se adueñó del Hipnosis. Lo primero que sorprende es que pese a que sus miembros están a punto de ser sesentones, actúan como los mismos muchachos desenfadados y enérgicos de sus inicios, de siempre. Pareciera que el tiempo no ha pasado por la banda. Aunque las canas pueblen sus cabezas, Bob no dejó de pasearse por todo el escenario sacudiendo el pandero.
Lo mismo ocurre con la guitarra de Stephen Malkmus, que sigue rindiendo culto a la distorsión.
El set fue corto, como ocurre siempre en los festivales, pero contundente. Hits que nunca han dejado de ser hits para una generación que esperó tres décadas para escucharlos. Y el humor, uno de los sellos de la casa, tampoco ha desaparecido. Para muestra el técnico de guitarras, que salió disfrazado de apicultor.
Una noche inolvidable sin duda, que no se volverá a repetir. Quienes la presenciaron más que un concierto de rock, atestiguaron un pedazo de la historia.
Únete a nuestro canal de WhatsApp. En La Razón enviamos a tu celular lo más importante de México y el mundo. Recuerda que una persona informada siempre tiene La Razón.
cehr


