Si de algo puede presumir el director británico Ridley Scott, además de haberse paseado junto a Máximo Décimo Meridio —Russell Crow— por los parajes de la gloria, haciéndose del Oscar a Mejor Película por Gladiador (2000), y de haber construido ese fascinante y melancólico paisaje futurista, que hizo de las preguntas existenciales planteadas por el escritor Phillip K. Dick, la obra de culto Blade Runner (1982); es también potenciar la incertidumbre que puede generar el espacio profundo, en una pesadilla donde la criatura más letal del universo hizo acto de presencia: Alien, cinta que hoy cumple 40 años de su estreno en México.
“El octavo pasajero”, ése fue el agregado en español para el título de la película que, contrario a lo que suele suceder en nuestro país y pese a que en cuestión de números no era correcto (olvidaron considerar al gato Jones, cuya participación Scott la utiliza para liberar la tensión), resultó bastante conveniente.
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Contando con la impagable propuesta visual biomecánica del legendario artista suizo H. R. Giger, misma que marcó a distintas generaciones de creativos y sigue siendo influencia a la fecha; la historia, escrita por Dan O’Bannon y Ronald Shusett, se centra en un grupo de cosmonautas que se ven acorralados en su propia nave por una criatura alienígena prácticamente imparable —el xenomorfo— que, al más puro estilo de Tiburón (1975), se dejaba ver pocas veces, pero cuya presencia y características, que poco a poco se fueron develando, la convirtieron en favorita de los fans. Cuestión que redundó en su arribo a otros medios como los cómics de Dark Horse, protagonizando incluso crossovers con Superman y Depredador; Alien representó un parteaguas dentro de la ciencia ficción.
También se emparenta con el suspenso y terror, y es precisamente a esta mezcla de géneros —además de una evidente e inquietante carga sexual— que logró que se viera de una forma distinta a los mismos. Asimismo, alcanzó un lugar dentro de la historia del cine y la cultura popular, soportando con dignidad el paso de los años. Medianamente apreciada por la crítica en su momento, totalmente revalorada por el tiempo.
La vigencia del concepto de Alien se extiende a toda la saga, entre otras razones, debido a su protagonista, que representa uno de los ejemplos de natural empoderamiento femenino fílmico provenientes del siglo pasado: uno que no es impulsado por productoras en busca de aprovechar a nivel comercial una tendencia social más que justificada y necesaria, sino que potencia las posibilidades dramáticas del personaje, para enriquecerla con matices, fortaleciendo su desarrollo y sacándolo de los clichés.
Fue así como la teniente Ellen Ripley pasó de víctima a protectora de la humanidad, escapando y destruyendo criaturas, entre los fuegos artificiales y el espectáculo que montó James Cameron en la secuela Aliens (1986), los pasajes claustrofóbicos que elaboró David Fincher en Alien 3 (1992), además de los retorcidos planteamientos sobre híbridos y clones que propuso Jean Pierre Jeunet en la un tanto incomprendida Alien Resurrection (1997).
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Se cumplen cuatro décadas de que el cine nos hiciera más que conscientes del miedo que representa saber que en el espacio no importa cuánto grites, nadie te va a escuchar.
El Dato: El diseño del monstruo es del suizo H. R. Giger; Dan O’Bannon, coescritor de la cinta, lo conoció mientras trabajaban con Alejandro Jodorowsky.