Es innegable la sensibilidad y el oficio de Hirokasu Koreeda a la hora de usar el lenguaje cinematográfico para buscar humanidad dentro de las situaciones más incómodas y escabrosas, en “Broker” surgidas a partir de los andares de un par de sujetos que sacan provecho de trabajar en el sistema de cajas receptoras de bebés en Corea, los cuales ya sea por que no pueden o no quieren hacerse cargo de ellos, sus madres depositan de manera anónima.
Las evidentes implicaciones de la historia le resultan ideales al director para que al igual que en otras de sus películas, dígase por ejemplo “Un asunto de familia” (2018) —ganadora de la Palma de Oro en Cannes—, exponga como es que los principios y las supuestas buenas intenciones, al mezclarse con las necesidades redundan en cosas turbias y complejas, planteando así profundos dilemas morales que resquebrajan el artificioso, institucionalizado y comercializado modelo de familia perfecta, dejando en claro que ésta no necesariamente se define por los lazos sanguíneos y puede formarse en los escenarios más inesperados.
Es cierto que hay aspectos de verosimilitud en la ficción que se pasan de largo cuando los personajes inician el viaje en camioneta para ir al encuentro de compradores del niño, y la truculenta trama alterna enfocada en una mujer y un grupo de mafiosos es endeble y a veces parece demasiado conveniente, sin embargo le alcanza para dar pie a diálogos medidos dentro de sobrias pero tensas conversaciones que transpiran una ineludible honestidad, como aquella que confronta posturas con respecto a el aborto y el abandono.
Por otro lado, esta vez la austeridad de las composiciones por momentos juega en contra y las secuencias rayan en lo rutinario y lo distante, pero aún así se reserva algunas visiones con cierta carga simbólica, como las que lucen enormes escaleras anunciando el gradual descenso de los protagonistas a las profundidades de sus creencias y motivaciones.
Es precisamente en el manejo de los actores donde ante la frialdad visual emerge uno de los principales aciertos de la película, pues sin recurrir a manipulaciones o excesos melodramáticos, dimensiona personajes llenos de matices, cuyas acciones son sumamente cuestionables pero que a pesar de ello no dejan de ser personas lidiando con sus propias carencias, sentimientos, errores y culpas, provocando así una empatía inmediata por parte del espectador.
“Broker” es tan conmovedora como incómoda y empuja a la reflexión más allá de los juicios inmediatos, una práctica que hoy nos es tan necesaria.