Aunque en este nuevo acercamiento a la novela "Human Capital" de Stephen Amidon , una incisiva reflexión sobre la codicia que ya fuera adaptada con mayor acierto en 2013 por Paolo Virzì —La bella vita (1994)—, la excesiva sobriedad del desarrollo tiene como objetivo ocultar la falta de propuesta del director Marc Meyers —We Summon the Darkness (2019)—, quien se conforma con darle claridad a la estructura del drama. Esto se convierte en su principal acierto al ofrecer el escenario idóneo para que luzcan el reparto.
Las sólidas actuaciones en "Capital humano", de gente de capacidad más que probada, como Marisa Tomei y Liev Schreiber, quienes nunca llegan a desbordarse en favor del desolador panorama emocional del relato, logran la plena identificación con el espectador, manteniéndolo enganchado de principio a fin.
En "Capital Humano", que se estrena este jueves 8 de octubre en México, seguimos a dos familias de distintos niveles económicos, unidas por la relación entre dos de sus jóvenes miembros, y la aspiración del padre de uno, por aprovechar la oportunidad de invertir en el redituable negocio del otro.
Ven cómo se recrudecen las grietas ya presentes en sus más profundos cimientos, a partir de un accidente que de nueva cuenta enfatiza esa tendencia que aqueja a nuestras sociedades, de mirar hacia otro lado ante la tragedia cotidiana, y de justificar el elitismo, regodeándose en el doble discurso y pasando por encima de la dignidad. Pero ese es sólo el detonador para lo que se convierte en una exposición sobre el concepto de bancarrota, no sólo como un estado de debacle monetaria, sino también moral y afectiva.
La trama dividida en cuatro actos, tres de ellos girando alrededor de una noche de aparente de festejo, marcada por un hecho irremediable, pero narrados desde el puntos de vista de distintos personajes, y uno más que sirve para unir todos los hilos; encuentra en la frialdad de la fotografía y el desencanto del fondo musical, la combinación necesaria para proyectar el sentido de fatalidad que acompaña a los andares de los personajes, que la mayoría de las veces y por la razón que sea, hacen lo incorrecto.
Estamos ante un drama contenido que a pesar de lo genérico de su forma, carente de la incertidumbre que apunta la obra original, no ahoga las pretensiones de sus planteamientos y se convierte en una entretenida e interesante opción dentro de la cartelera.
AG