Chéjov inspira montaje de personas insatisfechas

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En medio del escenario, un hombre observa al público entrar mientras se agarra un brazo; atrás un músico, sentado en un banco, toca el violonchelo. La vida cotidiana está a punto de desarrollarse, el infierno de la insatisfacción y de los deseos reprimidos, olvidados y abandonados se abre ante nuestros ojos.

A partir de Las tres hermanas (1901) de Antón Chéjov, el dramaturgo y director Luis Eduardo Yee se inspira para crear Manada, pieza que, en un espacio de seis por cuatro metros, mueve a once actores y a un músico, vestidos la mayoría de camisa blanca y pantalón negro.

La puesta, en temporada en el teatro La Capilla, se inspira en el clásico ruso y se interna por las sutilezas, explora el texto de una manera diferente para hacer su propia propuesta y apuesta por un interesante juego de inversos al cambiar el sexo de los personajes pero les deja los nombres y los dota de ambivalentes características que los igualan en la orfandad.

Olga, Masha e Irina son tres hombres que están atrapados en una casa llena de recuerdos, acompañados de su hermana Andrei y de su sirvienta Anfisa; reciben invitados, festejan cumpleaños, encuentros y nombramientos. Sin embargo, en su interior, todo está descoyuntado, cada uno de los que aparecen en escena se carcomen por la infelicidad, excepto una mujer que mantiene cierta paz ante la locura.

Los actores Hamlet Ramírez, Miguel Jiménez, Fernanda Echevarria, Gabriela Guraieb, Pablo Marín, Miguel Romero, Regina Flores Ribot, Francia Castañeda, Paula Watson, Roldán Ramírez y Lucía Uribe Bracho, acompañados en escena por Alejandro Preisser, dan vida a los personajes que recriminan que no se habla de lo realmente importante pero ponen en la mesa, gritan sus deseos pero no los asumen. “Si la felicidad existe debe ensayarse”.

El Dato: Las tres hermanas, obra de Chéjov, se estrenó en el Teatro de Arte de Moscú el 31 de enero de 1901.

Inmersos en la insatisfacción, se cuestionan cómo sujetarse de algo para sobrevivir cuando ya no pueden esconderse, cuando la amenaza de venta de la casa está latente o cuando la boda de su hermana Andrei los desquicia o descubren un deseo irrefrenable por miembros del destacamento militar cercano a su casa.

Yee logra una interesante puesta en escena, la cual tiene la sutileza para construir las historias, mostrar la inmovilidad ante los conflictos, el dejar pasar cosas y quedarse en la devastación con estoicismo. Todo está a punto de cambiar, los personajes se cimbran, crean una coreografía con movimientos suaves y coordinados mientras los tres hombres se mantienen estáticos, firmes en el destiempo.

En Manada se conjugan: el concepto escénico de Fernanda García, la composición musical y ejecución en vivo de Alejandro Preisser, la producción de Patricia Güijosa y la dirección y autoría de Luis Eduardo Yee para crear un sobrio pero potente montaje.

Un acercamiento escénico que muestra la atemporalidad del autor ruso, que muestra el conflicto interno de los personajes ante las crisis personales y sociales, la vulnerabilidad del sujeto ante lo que lo derrumba.

Finalmente, se rescata la tradición chejoviana de presentar historias al límite con seres insatisfechos con sus vidas pero que no hacen nada por cambiarlas por una gran falta de valor para transformarlas, mientras el mundo se desmorona afuera y adentro, ya que hasta en la devastación hay belleza.

Manada

Autoría y Dirección: Luis Eduardo Yee

Cuándo: Hasta el 3 de febrero (excepto 19 y 20 de enero)

Horario: Sábados y domingos, 12:30

Dónde: Teatro La Capilla (Madrid 13, colonia Del Carmen, cerca del Metro Coyoacán)

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