El depurado humanismo fílmico de Win Wenders encuentra uno de sus puntos de plenitud con Perfect Days, relato sobre lo bello de lo cotidiano que no necesita pretensiones intelectuales para ser profundo y motivar a cariñosas disertaciones.
Una cámara silenciosa impulsada por el interés genuino y sin pretensiones del también director de las maravillosas Las Alas del deseo (1987) y ¡Tan lejos, tan cerca! (1993) entre muchas otras películas, que no busca ilustrar sino acompañar a su protagonista haciéndose cómplice de su mundo, ese que en su debido momento dimensiona con algunos de los pocos diálogos que tiene durante el relato; es lo que provoca que el espectador se sorprenda a sí mismo deleitándose con la rutina de un hombre y la aparente simpleza de su trabajo de limpiar baños públicos en la ciudad de Tokio, Japón.
Teniendo como telón de fondo postales que capturan el pulso de la luz de los amaneceres y crepúsculos delineando parques, calles y avenidas, queda expuesta la naturaleza del cambio, pero de ese que se da con las pequeñas acciones, y que a pesar de que amenazan con afectar el mundo ideal de quien vemos empeñado en ir y venir sin alterar el transitar de los demás, éste las termina por llevar a cabo y toca sus vidas.
Para proyectar esa sutileza es que sirven sus silencios que le llevan junto con el público a pasar de ser testigo a protagonista y viceversa, dentro de una reflexión que al compás de las rolas de The Animals, Lou Reed y Nina Simone, las cuales susurran desde el universo análogo para alcanzar y nutrir una época donde los dispositivos digitales no necesariamente tienen que definir a las personas, evita caer en lo meramente contemplativo.
Quizás lo único que puede reclamársele a Días Perfectos es que deja la sensación de que necesitábamos saber más de este metódico hombre interpretado con soltura y encantadora honestidad por el actor Kôji Yakusho —Babel (2006), 13 Asesinos (2010)—, que mientras va dejando limpios los retretes, cultiva su gusto por la lectura, toma fotografías a la vieja usanza y se transporta en una camioneta con una serie de materiales y artefactos que le sirven para ser lo más eficiente posible en su labor.
Se trata pues de una cálida caricia cinematográfica que reconforta y revalora el significado del momento y el saber estar verdaderamente en él. Una belleza traída a nuestro país por Mubi y que hay que descubrir en pantalla grande para luego seguirla disfrutando cuando se dé su llegada a las plataformas digitales.
Sin duda estamos ante el reencuentro con un legendario director, cuya madurez le permite mostrarse a través de esta película en pleno estado de gracia creativa, lo cual le ha valido varios reconocimientos, incluyendo la nominación dentro de la categoría a Mejor Película Internacional en los Premios Oscar 2024.