La “super-redundancia” del título, Dragon Ball Super: Super Hero, no podría ser más conveniente para una película que al igual que sus más recientes predecesoras, sólo es una apuesta por duplicar la magnitud de los fuegos artificiales, despreocupándose del desarrollo de la premisa o de alguna de las líneas argumentales.
A pesar de que en esta cinta aciertan al ubicar la trama muchos años después de los hechos a los que refiere y que forman parte de la maravillosa serie que debutó en 1986, haciendo válidas las libertades creativas que esto ofrece, pero sin verse obligados a transitar fuera del canon, opta por simplemente apuntar interesantes posibilidades dentro de su encantadora sencillez, aunque desaprovechándolas casi todas.
Este regreso de la organización Red Ribbon, que en su momento el pequeño Goku desarticulara, impulsado por los descendientes de los villanos originales, sólo sirve para ofrecer la consabida y genérica amenaza final, dejando en el aire el rasgo que define a los dos nuevos y peligrosos androides, que bien hubiera servido para explorar el concepto del superhéroe dentro del universo creado por el legendario Akira Toriyama.
Que la aventura deje de lado a sus usuales protagonistas para darle mayor peso a figuras como Gohan tampoco resulta relevante, pues a éste lo presentan cargando con su conflicto de siempre respecto a seguir trabajando su poder o enfocarse en sus estudios, sin aportarle gran cosa ni en enfoque ni tratamiento. En ese sentido, el que sí sale ganando es Piccolo, uno de los personajes más queridos, a quien le otorgan los reflectores para dimensionar sus vínculos con Gohan y su hija Pan, dando rienda suelta a sus habilidades para desenmarañar la intriga, amén de exponer su lado más paternal y empujar al máximo su espíritu de sacrificio y alcances como guerrero.
Es esto último, en realidad, lo que junto con los toques de humor, le da un poco de consistencia a una trama con muy poco o nada que contar, y que se presenta más como un capítulo extendido con batallas que eso sí, al menos en su forma presentan algunas novedades. Entre ellas destaca ampliar la gama de movimientos sacados de las técnicas de artes marciales, agregando algunos lances de naturaleza luchística y similares, pero sobre todo está la apuesta por el uso del CGI en la manufactura, lo cual aunque le resta en lo orgánico a la animación, por otro lado aumenta el grado de detalle en los escenarios, permite un mayor juego con los acercamientos en favor del ritmo de las secuencias, además de que enriquece el espectáculo con perspectivas trepidantes y poderosas. De tal modo que en Dragon Ball Super: Super Hero, estamos ante una producción enfocada sólo para fans, que pese a todo cumple manteniendo viva la fórmula sobre la que ha funcionado la franquicia durante tantos años. Hoy llega a los cines.