Aunque, desde un inicio, la propuesta de “Soy tu fan: la película” es la de mostrar la evolución que los personajes han tenido después de diez años, lo cierto es que al menos dentro de la cinta, que no es sino el puente para lo que habrá de ser la tercera temporada de una de las producciones mexicanas que, partiendo de ser un remake, supieron ganarse un lugar dentro del boom por las series; tal cosa no sucede.
La trama sólo atina a plantear con desgano los mismos problemas emocionales que ya les habíamos visto enfrentar, reubicándolos con base a la edad para aludir temas más acordes, dígase divorcios, paternidad y hasta las disyuntivas de la manipulación mediática, pero que por desgracia queda como simples bosquejos.
Y es que en realidad hay muy pocas sorpresas con respecto a lo que ya mostraba el trailer, más allá de presentar la respuesta a lo que sucedió tras aquel viaje en globo de la última vez que los vimos, cuya carga de desencanto hay que decirlo aquí es de lo más rescatable. Así entonces nos encontramos con una Charly —Ana Claudia Talancón— cargando con sus indecisiones que le empujan a trastocar la estabilidad emocional que ha conseguido su otrora enamorado Nico —Martín Altomaro—, y cometer imprudencias de las que una, por cierto, sirve para introducir a otro personaje solo para que navegue en la intrascendencia.
También vemos a Fernanda —Johanna Murillo— lidiando una vez más con la insoportable personalidad machista de Iñaki —Juan Pablo Medina—, encaminándose a tomar una decisión que cuando llega carece de peso dramático, así como a Rocío —Maya Zapata— lidiando una vez más con la maternidad.
El resto de los personajes tienen un escaso desarrollo, directamente proporcional a la mayoría de las escenas clave que a diferencia de lo que antes sucedía, terminan cayendo en lugares comunes durante los ensayos de la ceremonia en cuestión y el caos que resulta cuando esta se realiza, producto de ciertas maquinaciones inverosímiles incluso para la ficción de la historia.
Claro, también tenemos el regreso de Vanessa —Edwarda Gurrola—, quien con su actitud inconveniente y confianzuda da pie a chistes exagerados que la mayoría de las veces pueden ser simpáticos, pero cuya presencia carece de sentido y pareciera más una ocurrencia, empezando por la imagen con la que se presenta y las razones por las que llega hasta ahí.
Por si fuera poco, el cambio del entorno que les lleva a un hotel en la playa, tampoco ayuda mucho, pues quedan fuera las referencias culturales que definían a una generación y un momento en específico, las cuáles le daban identidad al concepto y pudieron aportar esta vez algo extra como fanservice.
Hay que reconocer que, pese a todo lo anterior, el encuentro entre Charly y Nico ofrece algunos momentos entrañables impregnados de nostalgia, pero es todo. “Soy tu fan: la película” está lejos de funcionar como tal, es más cercana a un enorme capítulo, el cual se sostiene solo del cariño que se le pueda tener a los protagonistas.