Llegó “Halloween Kills” y vaya forma de echar por tierra lo que habían conseguido con su predecesora de 2018, la cual no sólo recuperó a la protagonista original —la legendaria “reina del grito” Jamie Lee Curtis—, sino que le otorgó una congruente evolución tanto a su historia como al universo al que pertenece, convirtiéndose en la que sin duda es la entrega más consiste de la saga.
Dirigida por el mismo David Gordon Green, en “Halloween Kills” la idea en realidad era prometedora, mostrar los hechos en paralelo a lo que fue la conclusión de aquel nuevo encuentro con Michael Myers, mostrando en retrospectiva pasajes de lo que sucedió cuando apareció por primera vez en las vidas de los sobrevivientes de la película original, para luego a través de ellos darle continuidad a la terrible noche que aparentemente acababa de terminar.
Las motivaciones de los personajes se establecen con claridad, agregando el peso del remordimiento y la necesidad de resarcir acciones qué tal vez pudieron haber evitado la masacre. Lo mismo el escenario, un pueblo con el espíritu de la América Profunda, de esos que oscilan entre los anacronismos y las posibilidades de la vida moderna.
Por desgracia, esto no es bien aprovechado por el director a la hora de elaborar las situaciones. Empezando por una terrible incapacidad para resolver la inclusión de dispositivos digitales y el subsecuente acceso a las redes sociales.
Algo que la hora de preparar los sobresaltos propios de una fórmula que obedece a un mundo análogo, en donde simples llamadas de celular aclararían las confusiones, evitarían desastres y por supuesto salvarían a las víctimas, les resta verosimilitud incluso dentro de su propio concepto, debilitando el efecto deseado.
Pero eso se convierte en un detalle menor cuando la trama comienza a ir y venir entre los asesinatos furtivos —eso si, bastante cruentos y con las debidas dosis de sangre—, y una revuelta que raya en el humor involuntario, sobre todo al usar detonadores como el confundir a un asesino ya tan conocido por dicha comunidad, con un sujeto que tiene casi un metro menos de estatura, no usa máscara y es bastante gordito.
Es así que la estructura y los objetivos de los protagonistas se pierden entre tumultos mal ejecutados y frases que pretenden englobar las tragedias personales, pero al no estar sustentadas se convierten en ridículos clichés.
Claro, algunos podrían intentar validarla estas deficiencias, al referir las de la película con la que John Carpenter lo inició todo, pero recordemos que esa se realizó hace más de cuarenta años y con presupuesto ínfimo, pues obedecía por completo al cine independiente, lo cual aquí no es el caso.
En fin, aún así, esta desastrosa continuación de la franquicia, puede llegar a ser entretenida si se es muy poco exigente, y colocándole dentro del marco del terror divertido, pero nada más.
rc