El cine de género visto no como un fin, sino como un vehículo para explorar la naturaleza humana, aludiendo al grado de masoquismo que empuja al espectador a enfrentar y disfrutar pesadillas en pantalla, es lo que encontramos con "Huesera", de la joven Michelle Garza —México Bárbaro 2 (2017)—, una de las propuestas fílmicas más interesantes y perturbadoras de la oferta mexicana reciente.
Y es que, aunque la maternidad es un tema recurrente dentro del terror, en esta ocasión como pocas, los códigos que definen sus diferentes vertientes, dígase la transgresión física, el enrarecimiento de lo cotidiano y la inquietud generada por la pulcritud y el orden en los espacios, son puestos al servicio de un genuino compromiso con el proceso mental y emocional del embarazo, y un total conocimiento de causa de la presión que ejercen antes y durante el mismo, las convenciones familiares, las creencias y los prejuicios, lo cual redunda en un entorno de mustia hostilidad, en el que hasta las buenas intenciones son desconcertantes y amenazadoras.
De tal forma es que vemos como la angustia y la incertidumbre de una chica, interpretada con oficio y naturalidad por Natalia Solián, que, tras varios intentos, le confirman que por fin va a tener un hijo; se materializan en espeluznantes visiones que se confunden con la realidad, y a través de las cuales habrá de transitar acosada por una extraña presencia, mientras por momentos se resquebrajan huesos y vínculos de su presente por igual, y se reavivan heridas del pasado.
Todo además va adquiriendo sentido dentro de un retrato social, que aprovecha el sincretismo religioso y la orfandad urbana como materia prima para alimentar el miedo, y que además evidencia la estigmatización establecida como el costo de tomar decisiones validando el derecho a la individualidad, entre ellas el optar por mantenerse soltera y sin ser madre.
Quizás para algunos el punto metafórico que alcanza al final el desarrollo de la dualidad en la protagonista, pueda parecerles confuso, pero es ahí precisamente donde el terror da paso a la reflexión y los cuestionamientos.