Reúne a 10 mil fans

Jorge Drexler se lleva en el corazón cuatro momentos de su primer Auditorio Nacional

El cantante celebra la historia “tan grande con México que se ha dado de manera gradual”; público lo ovaciona de pie después “Milonga del Moro Judío”

El vocalista, ayer en el Coloso de Reforma.
El vocalista, ayer en el Coloso de Reforma. Foto: Chucho Contreras, La Razón

El cantante Jorge Drexler celebró la historia de amor que guarda con México en su primer concierto en el Auditorio Nacional, la noche de ayer. Una velada tan especial, de la cual se lleva en el corazón y memoria cuatro momentos que nunca olvidará.

Dispuesto a disfrutar por 10 mil poderosas razones, desde que pisó el escenario se hincó, sonrió expresando una felicidad inmensa y besó el suelo, mientras el público lo ovacionaba y gritaba de emoción.

Se trató de un concierto especial, pues más tarde recordó que hace 22 años se presentó por primera vez en México ante tan sólo 22 personas en El Péndulo de la Ciudad de México y el show de ayer era el más concurrido que había ofrecido.

“Qué locura, esto excede toda expectativa, me imaginé que iba a ser impresionante, pero no tanto. Esta noche es el concierto más grande que doy en mi vida”, dijo genuinamente sorprendido.

Celebró “esta historia tan grande con México que se ha dado de manera gradual” e invitó a sus seguidores a disfrutar en “este templo”, El Coloso de Reforma, “de la música y el arte”.

El espectáculo comenzó con unos audios de WhatsApp de su prima, la astrofísica Alejandra Melfo Prada, quien hablaba sobre lo interesante de las explicaciones sobre el amor desde la ciencia. Fue el preámbulo para que sonara “El plan maestro”, de su último disco Tinta y tiempo y que compuso junto con ella en la pandemia.

Para aludir a ese bloqueo creativo que antecedió al aclamado álbum Tinta y tiempo, en el escenario se colocó una pantalla blanca, pues pasó por diversas batallas con la hoja en blanco y de la cual ganó 10 que se tradujeron en los temas que conforman el disco.

Al salir al escenario se hincó y besó el suelo emocionado, ayer.
Al salir al escenario se hincó y besó el suelo emocionado, ayer.

Puso a “latir” al Auditorio Nacional con “Corazón impar”, canción con la que sus fans lo acompañaron simulando el latido de un corazón con sus pies.

Más adelante dio una muestra de que su música y letras han cambiado y que si uno se echa un clavado pueden resultar contradictorias como “Fusión”, que al diferencia del tema anterior que propone no buscar medias naranjas, el protagonista de la historia pierde su individualidad.

El vocalista estuvo acompañado por talentosos músicos e intérpretes con quienes regaló momentos inolvidables, como el solo de piano de Meritxell Neddermen en “Inoportuna” o en el teclado con “El día en que estrenaste el mundo”, el canto de la corista guineana Alana Sinkëy en “Fusión”, el solo de percusiones de Borja Barrueta en “Tinta y tiempo” y la voz de Myriam Latrece en “Asilo”, ésta última canción compuesta en Tijuana.

El recorrido musical también se remontó a los inicios de su carrera con “Era de amar”, de su primer disco Radar, en el que explicó en una breve “clase de composición”, las “pelotudeces” que se le llegan a ocurrir a un artista y contó que en ese momento se encontraba concentrado en explorar las complejidades de la composición. Al final aludió a “Puente”, de Gustavo Cerati.

El público chilango se entregó totalmente, en “Me haces bien”, del álbum Sea del 2001, Drexler se acercó a sus fans y uno de ellos le regaló una tradicional muñeca otomí Lele, a la cual le cantó parte de la letra.

Después de vocalizar “Milonga del Moro Judío” todos se pusieron de pie para ovacionarlo y él emocionado volvió a hincarse en el escenario.

Al dar paso a “Soledad”, tema que le dio gusto cantar en el escenario del Auditorio Nacional donde se sentía “menos solo que nunca”, sus seguidores prendieron las luces de sus celulares y el vocalista sonrió de felicidad. Incluso algunos versos los vocalizó a capela. Al final se llevó la mano al corazón y dijo: “De ahora en adelante voy a cerrar los ojos y voy a recordar esta imagen, es la cosa más bella que he visto”.

En el espectáculo, el vocalista también dejó ver desparpajo: con “Tocarte”, tema que originalmente canta con C. Tangana, bailó y gozó; en “¡Oh, algoritmo!” se aventuró a rapear en inglés y dio paso a la ironía; y en “Movimiento” corrió por todo el escenario, bailó y representó a un Homo Sapiens apenas descubriendo el fuego. Fue en ésta última canción que rindió homenaje a México al acompañarse por un cuarteto de son jarocho: “¡Que viva el son jarocho, que viva Veracruz!”, gritó.

También cantó sus temas más personales como “Duermevela”, que le compuso a mi mamá; y “Salvapantallas” para sus hermanos. Con “Luna de Rasquí” aludió a los exilios y celebró que países como Venezuela y México se solidarizaron en los tiempos de las dictaduras en América Latina. El cierre no podía ser mejor: se interpretó un son jarocho que le dedicaron.

Fue así como sus fans se entregaron en una noche en la que le regalaron a Drexler silencios, aplausos, ovaciones y cantos.