Mi hermano Luca: un heroico relato acerca del autismo

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Foto: larazondemexico

Por Jesús Chavarría

En su momento —a principios del siglo pasado propiamente— el superhéroe surgió como una representación de la visión ideal que el ser humano tenía de sí mismo, un modelo a seguir y con el cual soñar alcanzar. Al paso de los años, los acercamientos a este tipo de personajes en el mundo de los cómics empezaron a volverse cada vez más diversos y complejos, algo que, a pesar del actual y aparentemente interminable boom que viven, en la pantalla grande ha sucedido a cuenta gotas.

Es por ello que la producción mexicana Mi hermano Luca, adquiere un valor agregado a la ya de por sí enorme trascendencia del tema que refiere. En primera, por ofrecer un tratamiento distinto y refrescante al concepto de los sujetos con mallas y habilidades extraordinarias, pero principalmente por recuperar aquello que de origen le define, utilizándole como una forma de ponderar la búsqueda de ser mejores personas, más allá de los prejuicios, reivindicando no la tolerancia como objetivo, sino el entendimiento de las circunstancias de los demás, que es más importante.

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— Mi Hermano Luca (@mihermanoluca) April 14, 2020

Resulta irresistible la honestidad con la que los directores Carlos Algara y Catalina Serna, quien además es autora del libro en el que basa –maravillosamente ilustrado por Greta Haas—, logran reflejar a través de la animación, cuyo estilo sencillo pero evocador y sumamente conveniente refiere a los trazos infantiles, cómo una niña piensa que lo diferente de la percepción y sensibilidad de su hermano se debe a que se trata de un superhéroe.

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La agilidad del desarrollo del guiado con voz en off, en el que los detalles pequeños propios de la cotidianidad cobran otro significado, para hacer de un viaje al parque o a la escuela, una aventura que prueba su teoría; enfatiza la claridad de lo que se convierte, asimismo, en un manual para exponer algunos de los rasgos que caracterizan el autismo. Esto además de invitarnos a ampliar nuestra perspectiva a partir de la de los niños; muy en la línea de otras propuestas fílmicas, como las entrañables La Vida de Calabacín (2016) y Sitara (2020).

Mi Hermano Luca dura menos de diez minutos, pero es un conmovedor recordatorio de lo que de inicio representaba el llevar capa y tener superpoderes, y de qué tal como Isaac Asimov nos recordaba, en algunos de sus cuentos relacionados con quienes nacen con Trastorno del Espectro Autista (TEA), que el problema no es que ellos no logren adaptarse a nuestro mundo, sino que no nos hemos preocupado por hacer que este realmente sea para todos.

ntb

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