Sí que llama la atención "Monstruo del mar", la encantadora y lúcida puesta al día de las travesías marítimas con corte fantástico que nos ofrece el director Chris Williams —Bolt (2008), Grandes Héroes (2014)— bajo el auspicio de Netflix.
La tradición de aventuras protagonizadas por unos piratas romantizados en la literatura y el cine, que usualmente tienen un claro enfoque masculino y de gran impacto en los niños, en Monstruo del mar encuentran su equivalente ideal a través de los cazadores de monstruos dentro de una ficción alimentada por la época, pero que por lo mismo permite libertades de contexto que le vuelven terreno fértil para replantear modelos femeninos.
En este caso, además, sin caer en réplicas o traslados simplistas, sino otorgándoles identidades de gran presencia y capacidad, al margen de los convencionalizados roles de género, dando una honesta y efectiva respuesta al más que necesario reclamo de equidad dentro de los actuales productos de entretenimiento.
Aquí seguimos los pasos de una niña con pasado trágico que sueña con realizar valerosas hazañas uniéndose a la tripulación de un barco que, auspiciado por la corona, se dedica a rastrear y matar gigantescas criaturas que supuestamente han asolado los puertos. Ahí hará sociedad con uno de los más hábiles de los cazadores, y juntos establecerán un inesperado vínculo que cambiará no sólo su percepción con respecto a la extraña guerra en la que se encuentran sumergidos, sino de la sociedad a la que pertenecen.
Las bases sobre las que se estructura la trama entre batallas, que incluso nos refieren a los kaiju, empezando por apostar por la fórmula de la pareja incómoda enrolada en una insólita misión, parecen hacerla predecible.
Sin embargo, los giros que presenta no sólo llegan con toda naturalidad, sino que llevan a situaciones alejadas tanto de las manipulaciones melodramáticas como del humor excesivo, otorgándole matices a los antagonistas que nunca se convierten en simples villanos. Pero lo mejor es que el desarrollo siempre tiene sentido y va en función de exponer un discurso profundo sobre la importancia de cuestionar las creencias propias, las que clama la generalidad y la figura de los héroes, así como la historia misma.
La propuesta visual es una delicia que hubiera valido la pena disfrutarse en pantalla grande: desde los diseños e ilustraciones al estilo clásico en los libros y la simbología de los mapas, pasando por las secuencias trepidantes y explosivas con perspectivas imposibles, hasta el esplendor arquitectónico de los fuertes y castillos, así como la belleza del detalle en las texturas y la recreación del océano.
Monstruo del mar es una cautivadora, emocionante e inteligente propuesta animada tan buena para el público infantil, que se convierte en una delicia para el adulto.